Revista semanal por
Internet Indio Gris FUSIONA - DIRIGE - ESCRIBE Y CORRESPONDE: MENASSA 2001 NO SABEMOS HABLAR PERO LO HACEMOS
EN VARIOS IDIOMAS INDIO
GRIS ES PRODUCTO INDIO GRIS Nº 81 AÑO II EDITORIAL Ser
nada es una tontería frente al juego que propongo. NO TENGO QUE DEJARME CEGAR POR LUZ ALGUNA No
tengo que dejarme cegar por luz alguna Marca
que el hambre me dejó en la nostalgia. Algún
pedazo de sol caído para siempre. Y ese
no ver lo que será imposible, habla, Querida: Encuentro estos momentos de nuestra relación propicios para comenzar a decirte cómo es que a mí me gustarían las cosas entre nosotros. Y, sin embargo, elijo el silencio entrecortado de mis versos para no decirte del todo, para dar cabida, una vez más, a tu frondosa imaginación, sin la cual, debo reconocerlo, ya me sería muy difícil seguir viviendo. Soy, mi querida señora, el que quiso matar la paloma de la paz. El buitre ensangrentado lleno de furia por haber sido maltratado en el amor desde pequeño. Por eso, en los encuentros mortales, en la desavenencia nocturna del alba, allí puedo decirle los olores de las tristes mariposas muertas antes de volar verdaderamente. Esas almas sin destino. Voladoras
para recreación de algún espíritu volador, Embelesado de no saber volver a ningún sitio, abierto después de la tremenda ineficacia, en llamas multicolores, envuelto entre las razones de su odio, la espero. Malherido, lleno de horror por lo inevitable. Envuelto en ramas, sacrificando algún olor, conteniendo la ira y el miedo, el amor ha permanecido en mí, inalterable. Lo sé, en los odios y las envidias más fuertes, en los desgarros más profundos, ahí, anida la poesía. No es un imbécil liberado a quien se le entrega la poesía, sino a quien le costó la vida liberarse, es a quien se le entrega la poesía. Me ama cuando le muestro mi rostro ensangrentado. Cuando en mi cara aparece la mueca de la muerte, me adora.
Ella llega tranquilamente y antes de nada me dice: - Por fin he conseguido cincuenta minutos para mí... Luego, ya tumbada en el diván: - Estoy en mi primera hora de psicoanálisis de la semana. Ella será esta vez quien clame venganza. No crea que hoy vengo aquí a hacerme la tonta, a asociar libremente sobre cualquier cosa, sino sobre los temas que demandan en mí una, rápida y efectiva, transformación, por lo cual, doctor, a esto de hoy le llamaremos psicoanálisis dirigido. ¡Capitalizar los sentidos! ¡Capitalizar los sentidos! quiere decir, poner al psicoanálisis al servicio de cualquier utilidad. Cabalgando en la filosofía no llegaré muy lejos. El psicoanálisis no sólo cura, eso le quería decir, sino que da sensación de bienestar. Un día, cansada de decir tonterías, me pondré a cantar y cantaré, seguramente, por el trato que me dieron cuando grande, poemas apocalípticos, mujeres, como yo, embalsamadas por la polución. Yo, esta vez fui claro, contundente: - Sí
sólo hablo de lo que habrá de pasar, - Está bien, doctor -dijo ella-, continuamos la próxima.
Al llegar, Rosi Provert ni se bajaba del coche ni hablaba. El Profesor bajó del coche, dio toda la vuelta y abrió la puerta de Rosi, la tomó de una mano y la ayudó a bajar del coche. Y ése fue el momento que más cerca habían estado en toda la noche. A menos de 20 centímetros de distancia, frente a frente, escuchando la respiración del otro, el temblor genital. Rosi cerró los ojos y el Profesor besó de manera imperceptible sus labios, y ella sintió que todo se desgarraba en su ser. Tal vez fuera eso el amor, pensó para sus adentros, ¡qué locura! - Nos vemos otro día y seguimos conversando -le dijo el Profesor, mientras ella abría el portal de su casa. El Profesor estaba contento. Mientras conducía, entonaba una melodía en italiano. Para Rosi Provert las cosas no eran tan sencillas, ni tan claras. Ella nunca había sentido esa inquietud en el bajo vientre. Cuando él rozó sus labios, en la calle, casi se desmaya por las emociones encontradas que sintió en su pecho, en su cabeza, en sus piernas. Se dejó caer en un sillón de la sala, pero sólo un instante, enseguida entró en el baño. Limpió cuidadosamente la bañera. Tiró, luego, espuma de baño y dejó correr el agua. Antes de salir del baño miró su cara en el espejo. Se vio bella como nunca, soltó su pelo, salió del baño (todo lo hacía a un ritmo palpitante), puso Vivaldi en la minicadena que le había regalado su madre y se descalzó. Corrió descalza por el pasillo, se quitó la falda, se miró el culo en el espejo del pasillo y sintió que tenía un culito pequeño y delicado. Distraída y ya desnuda, tratando de bailar La Consagración de la Primavera, volvió a la realidad con el ruido del agua saliendo de la bañera. Corriendo hacia el baño para cerrar el agua se notó bellamente agitada y se imaginó estar corriendo de manera salvaje, en plena selva, una presa de amor. Se zambulló en la bañera como si fuera en las orillas de un río espectacular de la selva amazónica. Sintió reflejarse en el verde de la espuma sus propios ojos verdes y se dejó invadir por millones de peces de colores que, como sedas de Oriente, se posaban en su cuerpo, y algunos con ojos del Profesor y, aun, otros con los ojos de Evaristo y otros más, aun, con los ojos de Josefina, intentaban penetrarla. Ella escapando de esos peces, por momentos, voraces de amor, y jugando con la verde espuma, descubrió sus pezones y le impresionó muchísimo, al tocárselos, que fueran tan sensibles, que produjeran tanto goce, y siguió un poco más y apretó un poco y, mientras Vivaldi, esta vez, mataba a los gritos a todos los personajes, ella tuvo su orgasmo. El primero y, así, de manera tan sencilla, se había establecido en ella la diferencia entre la vida y la muerte.
1 Bravuconadas, dirán, pero un hombre es sus versos y si no tiene versos propios, su ser es propiedad de versos ajenos. 2 Hay un lugar donde la policía es como la mafia: ambas desprecian a sus confidentes. 3 Si puedo eso no, el resto es relativamente fácil. 4 Hoy nada, sólo el horror de la paloma de la paz muerta en mis brazos. 5 Todo el mundo encuentra su destino y se vuelve ciego frente a él. 6 A partir de hoy, la vida vivirá. 7 La gente quiere libertad, no amistad o consejos. 8 Las ignorancias políticas más grandes las encontré en los gobernantes. 9 El universo, querida, quiere decir otras vidas, fuera de nosotros. 10 Sin nada de dinero el amor es demasiado cruel.
CARTA
DEL DIRECTOR Tengo toda la paciencia que tiene que tener un árbol perenne. ¿Se imaginan esa solemnidad? Y no soy, como dicen algunos de mis versos, un pájaro cantor sino, más bien, cientos de pájaros cantores anidan en mis propias entrañas. Soy, por eso, la madre de lo que canta en cada pájaro cantor. Y lo que crezco contra el tiempo hace efímero el vuelo de los pájaros, me llaman: POESÍA. Indio Gris ESTO ES PUBLICIDAD LLANTOS DEL EXILIO Autor: Contiene trece láminas con algunos de los mejores cuadros de la obra de Miguel Oscar Menassa. |