Revista semanal por Internet  INDIO GRIS

Nº 542 - jueves  6 de marzo - Año 2014
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Indio Gris


INDIO GRIS Nº 542
AÑO XV

 

 

LA MUERTE DEL CARNAVAL
 

Murga que te quiero murga,
murga, que te quiero verde.
Intelectuales y débiles
esta murga es para ustedes.
 

Y tengan cuidado
de comenzar a creer
que yo soy ministro
o padre o marido,
así de sencillo,
obrero cansado
o un mal dictador.

 

No, señor,
no, señorita,
yo soy un intelectual,
un intelectual barato
que sólo
lee y escribe
y a solas hago el amor
sin utilizar condón.

 

Murga que te quiero murga
murga, que te quiero verde
intelectuales y débiles
esta murga es para ustedes.

 

El doctor Carlitos Marx
hizo una obra maestra
dedicada a los obreros,
escuchemos su respuesta:

 

Somos del barrio,
del barrio de los pobres
y no queremos,
no queremos progresar.

 

Murga que te quiero murga
murga, que te quiero azul,
un pedacito de cielo
que me separe de mí.

 

Vamos murga, vamos murga
que te voy a poner roja
te vas a tocar el sexo
con alguno de mis versos.

 

Esta noche juntaré
mis arrugas a mi sexo
y verán la solución
que le doy a mi vejez.

 

El cantor se moría
y no se lo creía.
En el medio del salón
había un cajón, esperándolo.

 

Quiten ese cajón
que yo soy el cantor
y al morir volaré
cual música o palabra.

 

Muerto, es decir,
llevado por la vida
a extremos donde el viento
vuela por volar.

 

Murió, es decir, vivió
durmió la siesta,
amó y mintió siempre
pero escribió este verso:

 

Cuando mi madre me llama
desde la tumba, se entiende,
me siento lleno de vida
y bailo en el carnaval.

 

Bailo, Bailo, Bailo, Bailo,
salto de alegría y canto
y, cuando alguien lo requiere,
me calmo para escuchar.

 

Y cuando escucho
no soy pensador activo
ni amante con tal deseo
ni madre consoladora.

 

No soy, he dejado de ser
para que el mínimo aliento
de una palabra al pasar
me permita articular:

 

El deseo con el mar
la vida con la mentira
mi mujer con mi dinero
y el futuro a la canción.

 

Murga, que te quiero murga,
murga, que te quiero negra,
mulata, cobriza, ocre,
humana, te quiero murga,
bailando en el CARNAVAL.

 

Y no quiero retirar,
yo quiero fortalecer
la propuesta que grabé
al cumplir mis veinte años:

 

Vale más carne en la mano
que pensamiento en el aire.
Si quiero sexualidad
me la tendré que buscar.

 

Murga que te quiero bella
y si es posible en pelotas
entregada, moribunda
pero dispuesta a bailar.

 

Y así, bailando y bailando,
no encontraré jamás
ni a mi madre, ni a mi amante
ni al poema que se va.

 

Pero tendré entre los brazos
una opulenta señora
que no sólo tiene oro
también tiene un par de tetas
que de ponerme a chupar
nunca iría a trabajar.

 

Y no quiero despreciar
las tetas aquí presentes
pero las tetas de Lola
no sólo leche nos dan
sino que también coñac.

 

Murga que te quiero bella
y si es posible en pelotas
el culo de marrón claro
y de magenta la boca.

 

Y así nos encontraremos
en medio del carnaval
y será tal la sorpresa
que beberemos cerveza.

 

Y los dos medio borrachos
nos miraremos los ojos
y los dos, como sensibles,
a la cama nos iremos.

 

Pero la pobre cama
en Carnavales
no hace ninguna cosa
sino bailar y bailar.

 

Así que en la cama,
para sobrevivir,
hay que unirse con fuerza
al compañero de viaje.

 

Porque la cama
baila y baila
te tira al suelo,
se pone como loca
y te pisa
y baila y baila
y sobre tus huesos,
baila.

 

Es por eso que a la cama
hay que ir acompañado
y agarrarse fuerte, fuerte
al que valiente acompaña.

 

Y decir, exactamente:
se lo juro por mi cuerpo
es decir, que sin usted
yo no tengo condimento.

 

Murga que te quiero amor,
de violeta y carmín claro
estropeando los negocios
y, también, la educación.

 

Murga de amor, murga celosa
yo te amo locamente
y por eso me entretiene
verte morir de dolor.

 

Cuando el carnaval se va
se va con una canción:
Soy el carnaval
el dueño y señor
de todas las almas,
también del amor.

 

Y tan dueño soy
del señor del amor
que una murga final,
romperá su corazón.

 

Y no se romperá
ningún corazón
porque no se trata
de pedir perdón:
por haber mendigado
por ser rico de más.
Que no, que no, señor,
que no se trata
de pedir perdón
por haber amado
como aman las alas
de un pájaro muerto.

 

Adiós Carnaval
y te lo digo yo,
que no es poco decir:

 

Yo soy la murga violeta
y aparezco en el final
porque vengo a decretar
la muerte del Carnaval.

 

Y no sé de qué se ríe
ese tontito de ahí,
tal vez porque yo sea
una murga vulgar,
queriendo decretar
la muerte del carnaval.

 

Yo vengo, sencillamente,
a contar lo que pasó:
El Carnaval ya murió
y nadie quiso matarlo.
Murió solo, de aburrido
cuando la murga calló.

 

No hagan ningún silencio
que la murga necesita
que estemos todos despiertos
para llegar al final.
Murga, que te quiero murga,
murga amarilla te quiero,
yo soy un intelectual
¿Y usted, intelectual, qué es?

 

Soy intelectual y vengo
a que me enseñen a amar
a reír, sin vergüenza bostezar
y poder leer, tampoco me haría mal.

 

El intelectual
no aprendió a querer,
el intelectual
no tuvo vergüenza,
el intelectual
no aprendió a leer
es por eso que se llama
a sí mismo, intelectual.

 

Murga que te quiero murga,
murga, que final te quiero,
para dejar de bailar
debes acercarte más,
besar mi cuello cetrino
y en el oído decirme:
“La murga vivirá siempre
aunque muera el carnaval”.
 

Hasta la próxima.

 

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