INDIO GRIS Nº 488
AÑO XII
 

Noche 405.- Llamaremos matrimonio, para darle al tema toda la universalidad que se merece, a toda unión entre adultos (sexualmente hablando) y cuya unión, además de amor, hable de dinero (provenga de donde provenga) e incluya en sus conversaciones el futuro (o porque hay o habrá hijos, o la compra de un futuro piso, o un futuro feliz viaje, o un futuro arreglo de la situación económica para vivir mejor, o el encuentro, en el futuro, con otras personas, o simplemente porque en el futuro queremos seguir juntos).

Con esa vida y durante tanto tiempo, nos imaginamos que, para que exista el matrimonio, los amantes o cónyuges (queremos decir lo mismo) tendrán que poder encontrar de los grandes consejos, de los grandes sabios, transformar el juego sexual en hábito. Algo así como una partida de ajedrez que se juega todos los días, durante más de cien años y, donde ganar, donde verdaderamente ganar, para ambos jugadores, es hacer tablas. Un juego donde el goce tiene que ser equivalente. La derrota, sublime para ambos. La sonrisa triunfal tan amplia en uno como en otro. Y las piezas en juego, no son como se cree dos cuerpos o, a lo sumo, dos cuerpos y dos almas, sino, ¡oh maravilla de lo desconocido!, todos los pedacitos del cuerpo de la mujer, todos los pedacitos del cuerpo del hombre, mil, cien mil pedacitos, envueltos en cien mil fantasmas de uno y otro bando, entremezclados y distantes, mostrando en cada encuentro posibilidades de unión infinitas, a la espera, cada noche, cada mañana, cada atardecer, que un matrimonio vaya descubriendo algunas y, después otras y, aun, si es necesario (el camino abierto es infinito) otras más.

Hasta la próxima.

P.D.: No estamos de acuerdo con la guerra.

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