Revista semanal por Internet INDIO GRIS

Nº 480 - jueves 12 de mayo - Año 2011
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Indio Gris


INDIO GRIS Nº 480
AÑO XI
 
 

  La generosidad de Indio Gris no tiene límites

 

AL SUR DE EUROPA, 2002

Miguel Oscar Menassa
Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010

 

 

AJENO A LAS DISTANCIAS FUI RECORRIENDO EL MUNDO

Ajeno a las distancias fui recorriendo el mundo,
el mundo de los otros, fuertes ciudades ajenas.
Nunca le preguntaba a nadie dónde estábamos.
Era de todos los países y, a la vez, de ninguno. 

Nunca supe el nombre de las fiestas del pueblo
ni los lugares secretos, ni el mercado de flores
y no podía ni queriendo recordar a los muertos,
sus triunfos, sus batallas, sus amores perfectos.

Ajeno a las historias del mundo, de sus guerras
fui creando una historia donde el amor se hacía
en el poema, en la noche desierta, en el trabajo,
en las vueltas empecinadas de la vida, del dolor.

Nunca pude pensar que el mundo fuera nuestro,
que nuestro amor, que la comida fuera nuestra,
éramos pájaros cantores mas el canto era ajeno
volábamos con alas que del tiempo robábamos, 

mas el camino hacia el amor no era el nuestro
era el tiempo que nos llevaba hasta la muerte
volábamos sabiendo que eran olvido y nada
los que esperaban en las altas cumbres 

al que amaba volar con las alas del tiempo,
eran tinieblas y tinieblas que se encadenaban
pasos inseguros, dudas eternas sobre todo,
al pobre pájaro caído sin hogar y sin patria.

 


ESPERANDO UN MILAGRO 

Estoy, en verdad, esperando un milagro. Y no sé si algo ocurrirá.
Una vida casi sin misterios, mi vida es la vida de un trabajador.
Espero el mediodía y el mediodía llega, y como mi comida cocida
casi sin amor, con verduras cansadas y carne, tal vez, envenenada.

Después me limpio los dientes por consejo de una amante madura
y sin decir palabra, porque el amor se quiebra en el espejo rasgado,
pago en Euros mi pequeña comida y vuelvo, algo sumiso, a trabajar.
En el camino me encuentro de golpe con alguna dicha y la rechazo. 

La libertad me llama a los gritos, la pobre, alucinada y yo no la oigo.
Escarbo en los bolsillos buscando una moneda para darle a un pobre
y encuentro pequeños pedacitos, trozos de recuerdos, donde el alma
 perdida, enamorada de sí misma, no tuvo amor ni odio, ni siquiera pan.

No encuentro la moneda y el mendigo se burla de mi mezquindad.
¿No quiere que le preste, doctor, algunos céntimos? Mañana me lo da.
El hombre es delicado, se rompe al caminar, la noche le da miedo y
sin agua y sin comida, el pobre hombre muere igual que un animal.

 

Hasta la próxima.

P.D.: No estamos de acuerdo con la guerra.

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