Revista semanal por Internet INDIO GRIS

Nº 462 - jueves 16 de diciembre - Año 2010
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INDIO GRIS Nº 462
AÑO XI

 

REFLEXIONANDO AL DÍA

 

- Aquejado de pequeñas contradicciones acerca del verdadero sentido de la vida, lo intento por escrito.

A mí no me podrán tirar a la basura, ni dejarme de lado, ni hacerme periodista, ni director, ni nada, conmigo no podrán.

Soy esa luz que se produce en un abrir y cerrar de ojos.

- Nunca aceptamos ningún regalo. Nunca desviamos, ni siquiera, una coma. Ninguna palabra fue dejada de lado. Compramos toda nuestra libertad y cuando alguien nos quiera dar un premio ya lo habremos pagado.

- Lo único que me preocupa son los músculos, los músculos que tendremos que tener para aguantar tanto baile, tantos festejos.

Un gran programa podrá permitir grandes realizaciones.

- Excesos del siglo XX: la grasa, la guerra, la muerte. Qué asco.

- Desesperadamente encontré lo buscado.

Estábamos escapándonos de todo y vino la poesía y puso a cada uno en su lugar.

- Cuando venga la muerte encontrará todo bien hecho y, un instante, de detendrá.

La decisión, en parte, la tendré que tomar yo.

Viviente animal, no querré morir, ni aun el día de mi muerte. Eso, seguramente, escandalizará a la muerte. Con tanto escándalo, igual moriré, pero unos días más tarde.

- Lejanos ruiseñores, os digo: la locura es ella, en sí misma, una maldición, yo no quiero maldecirla.

- La locura es una pequeña voluntad de morir en manos de un familiar, eso es la locura. Su tratamiento más que reunir a la familia debería hacerla desaparecer de la vida del loco.

Hasta que el Estado no diga que sí al tratamiento psicoanalítico de la locura, la locura seguirá siendo incurable.

- Cuatro cosas quiero decirte, me dijo entre tormentos, y después, cuando yo me dispuse a escuchar sus cuatro verdades, me dijo desconsolada: Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.

- Ubiquemos el delirio en su justo lugar y ya no será enfermedad, aunque todavía, tampoco poesía.

- Yo estoy contento, estoy subido a una roca y no espero bajar hasta los cien años, es decir que todo proyecto que dure menos de 50 años no me interesa.

Hasta aquí llegamos con la filosofía del meta y ponga. Si ahora queremos conversar, muchos de nosotros tendrán que volver a la universidad.

- Querer declarar casi todos los gastos y todas las entradas me hace sentir que viviré más años.

Llegaré hasta más allá de los cien años, después un día escribiré algún poema inolvidable, uno de esos poemas de amor que cada hombre, cada mujer, al leerlo, vivirá el amor.

- Las alforjas contenían aire de mar,
olores de legumbres comidas bajo el sol. 

Arrebatos de oscuros días de lluvia
y tus besos y el arlequín rosado
en tus ojos de paloma alocada,
de mujer moribunda muy cercana a la luz. 

Las alforjas contenían brisas marineras,
antílopes enteramente libres y bellos
y ese ruido de fieras amándose,
inventando el destino de los próximos hombres
y ese rozar del fuego contra el fuego
y ese malabarismo imperceptible del deseo
y una loca paloma de la paz herida
por la luz de tu cuerpo abriéndose a la noche. 

Las alforjas estaban llenas de sonrisas,
hasta mi padre muerto sonreía, vivamente.
La pequeña putita de los poetas franceses,
la pobre, en mis alforjas, sonreía rabiosa
y un galán, un pobre galán enamorado,
arena y miel, empalagoso, sonreía. 

Ángeles vertiginosos y mi madre, aún viva,
tejían una detrás de otra las increíbles,
despiertas, alocadas, sonrisas del amor
y todo el mundo comía y bebía acaloradamente
y la alegría del viento era la danza
y el universo mismo detenía su propia locura
y las alforjas contenían algo del universo. 

- Por momentos llego a pensar que no podré llevar adelante tantos negocios. Madrid, Buenos Aires, Málaga, Escuela, Editorial, Indio del Jarama, Extensión Universitaria, Onda Cero, los festejos y además mi familia y además la sexualidad en general.

La pregunta a qué tengo que renunciar, en realidad, hoy día, no puedo contestarla, pero me doy cuenta, a algo tendré que renunciar.

Renuncio a saber cuáles han de ser mis próximos pasos.

- El hombre está dislocado en su ser.
Y no hay espejos para el alma, sólo su canto.
Es decir, que si no resuelvo dejarme llevar por el bien,
me llevará el mal.

 

Hasta la próxima.

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