INDIO GRIS

REVISTA UNIPERSONAL DE RECOLECCIÓN DE BASURA
Nº 43. AÑO 2001 JUEVES 22 DE MARZO
FUSIONA - DIRIGE - ESCRIBE Y CORRESPONDE: MENASSA 2001

NO SABEMOS HABLAR PERO LO HACEMOS EN VARIOS IDIOMAS
CASTELLANO, FRANCÉS, INGLÉS, ALEMÁN
ÁRABE, PORTUGUÉS, ITALIANO Y CATALÁN

INDIO GRIS, ES PRODUCTO
DE UNA FUSIÓN
EL BRILLO DE LO GRIS
Y
EL INDIO DEL JARAMA
LA FUSIÓN CON MÁS FUTURO DEL SIGLO
XXI

Indio Gris


INDIO GRIS Nº 43

1

Diciembre 1978

DEDICATORIA

Estábamos en el patíbulo.
Esta vez tocaba ahorcamiento.
Una blanca soga perfecta sobre tu cuello de perla.
Oído entrecortado.
Murmullo, blanco y perfumado, que llega hasta las orillas del alma,
y ahí, precisamente, muere.
Nadie era igual a nadie.
Estábamos, muriendo de a uno cada uno, por nuestros propios sueños.

Se mezclan en mi mente cuando estoy escribiendo mil concepciones de la frase y del mundo y de la vida, que más que darme ánimo de seguir escribiendo me llaman a reposo, a descansar tirado, en el propio centro de la muerte.

No amo ningún gesto, porque soy diferente a todos los gestos.
Porque tengo una pija envenenada y loca y robustos colores primitivos en mi mirada, perfectos y casi definitivos.

En mil direcciones, y digo bien lo que me pasa,
parto en mil direcciones,
porque mil direcciones son las direcciones de la ilusión de mi mirada.
Tampoco tengo amor para mí.
No amo ni mis versos.
Todo es una condena.
Ciertas pequeñas burbujas del mar en el amanecer.
Ciertas rocas cantarinas.
Ciertos caminos imposibles.
Soy un hombre envenenado con su propia sangre.
El drama es perfecto.
Un hombre casi muerto por su propia creación.
Una especie de dios moderno y descuartizado.
Un verdadero hijo de puta.
Un empecinado, en hacerle creer al mundo que mis datos son los detalles indelebles de la vida. El resto, simples manías del hastío o de la huída.
Soy un hombre único, partido y múltiple.
No me adapto a nada.
En el mismo momento de la explosión atómica,
lo recuerdo tan nítidamente como el estallido,
mi madre me besó en los labios.

No me dan ganas de escribir de nada que la gente quiera que escriba.
Todo es más complejo así, ya que la gente últimamente pide cualquier cosa.
Parece que pudiera moverme en cualquier dirección que siempre habrá alguien que esté conmigo tratando aunque no sepa, de hacer lo elegido.
Antes del goce de la acción me harán sentir, en todos los casos, la responsabilidad de la acción.
Un hueco donde de golpe puede caber cualquier cantidad de mierda, también es una historia.
Siempre hubo líderes, y siempre fueron empecinados, y estúpidos y siempre creyeron de más en sus propios planes y algunos hasta llegaron a ser caprichosos, y déspotas, y turros y viciosos y sin embargo la famosa humanidad los recuerda de manera increíble, y pone sus nombres entre piedras y ornamentos inolvidables.
Y siempre hubo mierda entre las flores y pequeños hombres bondadosos y humanistas que para mejorar al hombre, fueron capaces de matar en un solo gesto 500.000 personas.
Los dos renglones anteriores me parecen carentes de sentido en el texto, como alguien distinto al escritor que conozco me haya dictado esos dos renglones que ahora han producido este punto de no retorno, esta desviación incalculable.
Mi hijo me mata de mentira con un revólver de mentira. Mi hija riéndose me dice que todavía estoy vivo y que puedo seguir escribiendo.
Yo en verdad no sé qué hacer. Y me pongo a llorar.

Dedico este libro como se dedican las flores o los pájaros, al sol.
A las canciones.
A todos los muertos por la patria y también esta vez, a los que todavía no murieron.
A mí. Este libro me lo dedico a mí.
Un libro que escribí lentamente por las noches.
Que corregí lentamente, solo, entre los juegos de los niños.
Un libro que llevé a imprenta escapándome entre las sonrisas de los más amados.
A todos los animales del mundo.
Al que pide pan, al que se lo niega.
Al Grupo Cero, por haber permitido tamaña soledad.
A la Comunidad "Familia Ampliada" Carbonero y Sol, por haber expuesto su belleza, ante mi mirada.
Familia, que como todas las familias, y a pesar de todos los esfuerzos, no pudo terminar con mi soledad.
A Carlos Gardel y a Hegel, porque del hombre y la mujer dicen lo mismo.
A España, tierra arrasada, tierra de dios, por querer conquistar lo inconquistable.
A Madrid en especial, porque a pesar de todas las trabas que a cualquier latinoamericano le ponen para vivir en ella, hace dos años y medio que resisto.
Y si de comparar se tratara, se me aparece la palabra selva, pequeña, conocida.
Mujer errante y desquiciada. Siempre al alcance de la mano.
Si después de la lectura de este libro alguien persiste en ser mi amigo, se lo dedico a él.
Nombres no quiero dar porque sufrir sufrimos todos.
Y en ese sufrir, todos fuimos contrarios.
Todos severos amantes del pasado.
Perros hambrientos.
Sólo nos atrevíamos a pedir un poco de pan y sexo.
Y ella fue dios.
Dadora universal.
Carne y martirio.
También se lo dedico a ella.
Turbia y melancólica, para que se ate la dedicatoria al cuello, y me pasee por el mundo.
En general, GRACIAS A TODOS.

2

Diciembre 1978

PSICOANÁLISIS DEL LÍDER EN EL EXILIO

FRAGMENTO 1º

Giros de viento o bien,
ráfagas de pequeños corpúsculos acerados hacia la muerte,
desviaron nuestro destino.
Somos, desde hace dos años, extranjeros a todo.
Iremos perdiendo con el paso de los días la calidez de nuestra mirada,
aquel calor, ardiente en nuestros ojos, cuando vivíamos en una tierra,
cuyos olores en plena primavera, olían el olor de nuestro cuerpo.
Éramos, antes de la catástrofe,
antes del estallido en mil fragmentos, personas normales.
Médicos, amantes de la libertad.
Escritores, amantes de la libertad.
En fin, en general éramos,
sórdidos amantes de la libertad.
Señoras y señores, padres e hijos de familia
y teníamos, un porvenir asegurado.

Un poco de locura, nos decíamos, a nadie le hace mal.
Y nos encerrábamos en grandes alcobas solitarias,
para decirnos, que la locura era contagiosa
y nos reíamos y buscábamos el sol,
entre las piernas de nuestras mujeres y éramos felices.
Y mientras éramos felices nos dimos cuenta que buscar el sol,
era, para encontrarse empecinadamente con la noche.
Amar el sol, era también amar, la terquedad de su dialéctica.
Aparecer y desaparecer.
Encuentros luminosos para después,
sumergirse cada vez más profundamente en el vacío de la noche.

Alguna ausencia inesperada,
algún cuerpo
pudriéndose repentinamente bajo el sol,
marcaban el paso de los años.
De decepción en decepción,
nos fueron enseñando que nada teníamos.
¿Para qué hablar?
entonces nos decían,
¿Para qué pedir?
Y nos fueron encerrando en nuestro propio cuerpo,
y en nuestro propio cuerpo
fueron marcando a fuego sus tablas de la ley,
y sujetados, por la increíble ilusión de no morir,
casi nos matan.
Un fuerte y helado silbido nocturno, para siempre.
Una incuestionable noche sin fin.
Una detención brusca y mortal,
-insostenible para nuestro cuerpo-,
en manos,
donde habíamos entregado nuestra vida,
para no morir.
Ser esclavos, quedaba claro, no era suficiente.
Y entonces, fue el temblor,
un temblor cósmico,
más allá de nuestra razón,
más allá de nuestra locura.
Más allá de todas las palabras pronunciadas
y sin saber qué hacer,
temblorosos entre los escombros,
nos tocó zarpar.
Y zarpar fue,
estallar en mil fragmentos de oro líquido por el mundo.
Y zarpar fue,
no poder volver nunca al mismo sitio,
no poder volver nunca al mismo tiempo.

Si algo buscamos,
buscamos todo lo que nos falta,
no sólo el inconsciente.
No sólo, los tibios perfumes de nuestra infancia.
No sólo, el aleteo fugaz de un deseo prohibido.
Queremos tener entre nosotros,
toda nuestra vida.
Un cuerpo, hecho a los avatares de los destinos.
Una palabra, más cerca de la sangre que de las palabras.
Entre nosotros, queremos tener,
-como la flor azteca creciendo en el desierto,
como una incierta luz, en plena oscuridad-
algunos versos inolvidables.
Sabemos, sin embargo que vivir,
siempre es un proyecto delirante.
Todo está bien y todo está mal.

La mujer, el hombre,
debate su ser entre las pocas palabras que conoce.
Una especie de pequeña oración en medio del tumulto.
Un pequeño dios a punto de morir,
contra la inmensidad de las partículas atómicas,
creciendo por doquier.

El sangrante búfalo de plata a punto de extinguirse,
última manada de luz, al borde del fusilamiento,
al borde propio de pronunciar sus primeras palabras:
Estamos. Fuimos lo que muere del hombre:
la soledad.

3

LA VACA SIEMPRE ESTUVO 
UN POCO LOCA

Monólogo entre la vaca 
y el moribundo
un libro de Miguel Oscar Menassa

"Tengo tensión, tengo apetitos, hambres de milenios y, ahora, querrán conformarme con algún pedazo de queso, excrecencias de alguna vaca pastora, o la misma vaca muerta a palos y descuartizada encima de la mesa, recordando viejos rituales, donde los hombres se comían unos a otros, y eso era el amor.
             Clavo sin piedad mi cuchillo contra el corazón de la vaca y la vaca muge, se desgarra de pasión frente al asesino. Yo, con precisión quirúrgica, separo grasa y nervios y le doy a mi amada un bocado de los ovarios calcinados de la vaca.
             -Somos libres, me dice ella, mientras se entretiene en el ruido de sus dientes tratando de doblegar las partes quemadas del universo.
Después, más ligera, haciendo de todo espejismo, una mentira, me dice con soltura:
              -En mí, vive una vaca magistral, que muge y asesina todo el tiempo. A veces, parece dolorida, pero nada le importa, sabe que ha nacido para ser asesinada a palos y, entonces, caga por todos lados y las flores enloquecidas se comen lo esencial de la mierda y crecen aceleradamente hacia el futuro."

4

UN AMOR APASIONADO
UN DESEO SIN LÍMITES
UNA TERNURA INCUESTIONABLE

Un libro de Miguel Oscar Menassa.
Para llevarse mejor con su pareja en las fiestas
y algún que otro día de trabajo

"Esta novela es un monumento al deseo, no a su satisfacción, y el deseo no cabe en moldes ni normas".

                        Leopoldo de Luis

"Menassa hace del erotismo una verdadera enciclopedia de las relaciones sexuales".

Juan-Jacobo Bajarlía


indio gris