Revista semanal por Internet INDIO GRIS
Nº 356 - AÑO 2008 - JUEVES 17 DE ENERO

FUSIONA - DIRIGE - ESCRIBE Y CORRESPONDE: MENASSA 2008

NO SABEMOS HABLAR PERO LO HACEMOS EN VARIOS IDIOMAS
CASTELLANO... PORTUGUÉS... ITALIANO...
y algunos números, también, FRANCÉS, INGLÉS, ALEMÁN...

INDIO GRIS ES PRODUCTO
DE UNA FUSIÓN

EL BRILLO DE LO GRIS
Y
EL INDIO DEL JARAMA

LA FUSIÓN CON MÁS FUTURO
DEL SIGLO XXI

Indio Gris


INDIO GRIS Nº 356

AÑO VIII

 

ASÍ HABLÓ ZARATUSTRITA EN 1976

 

Querido:
   

¿PERVERSIÓN? O ¿POESÍA?

Si todo está destruido cuando se comienza, no caben dudas, la posibilidad es poética.
                                                        Miguel Oscar Menassa

No nos bastan todas nuestras manos agarradas a una cuerda de fuego alrededor de la montaña negra. ¿Quién habla de disponer de nosotros, de hacernos contribuir a la abominable comodidad terrestre? Nosotros queremos, y tendremos, el «más allá» en vida. 
                                                                      André Breton 

Al principio es todo naturaleza: la ciudad es un paisaje, son rocas, alturas, cielo, claros improvisados; la mujer es una fiera, una carne, un abrazo. Después se vuelve palabras: lo natural era sólo un símbolo y, al conocer lo selvático verdadero, hay que aullar.
                                                                   Cesare Pavese

CAMA REDONDA:

23 hs. He puesto, debajo de la máquina de escribir, una toalla. El ruido de la máquina parece ahora el ruido de un tambor.
Escuchad su violencia, que es vuestra violencia, escuchad la furia contenida durante tanto tiempo, como un ruido ensordecedor, escuchad los acordes de la ronda final. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas o los heraldos negros que nos manda la muerte. Será que el mar me llama porque hoy desea una gran víctima.
Seré sincero con el mar. Le diré que mi torpeza no tiene límites, que mi cuerpo cambia de color con el sol y que mis emociones cambian con los estímulos externos.

24 hs. Acabamos de transgredir la primera ley, perdón, acabamos de transgredir, por primera vez, una ley. Espero que no tengamos que pagar con nuestra vida dicha transgresión.
Durante la tarde, esperé con ansiedad el momento de este encuentro. Durante la tarde, me hizo bien sentir que a la noche debería, como una obligación, pensar en ustedes.
Mi ser se derrumba en estos maremotos.
¿A quién habrá que obligar, algún día, a que diga toda la verdad?
¿Y si, al que le toca, miente de rabia y de dolor?
Yo mentiría. Me pararía delante de todos los estúpidos y les diría a gritos que amo la vida y el sol de primavera.

0 hs. 30'. Mi escritura es extraordinariamente lenta, espero algo, sin dudas estoy a la espera de algún acontecimiento.
Lento es el andar de los que saben que el oro es mierda pura.
Cada palabra es un repaso de todas las anteriores.

0 hs. 55'. Y yo, ¿dónde estoy, en qué enredadera estoy colgado? Qué decir de lo que todavía creo no conocer. Cómo decir el horror de nuestros cuerpos mutilados.

1 hs. 20'. ¿Qué diferencia hay entre los locos y nosotros?
Es necesario permanecer juntos, estoy dispuesto a cualquier mutilación, cuando la promesa es llegar juntos al final.
Me está empezando a dejar de interesar la hora.
Ya no tengo ni odio ni amor, intentaré entonces empezar a escribir.
El cielo siempre es azul a orillas del mar. Cualquier persona, sin ser escritor, conoce historias acerca del mar.

1 hs. 35'. Todo el mundo quiere psicoanalizarse rápidamente.
 La guerra está por estallar.
Queridos, sepan que he aprendido a amar y comprender vuestros pobres gestos, porque ellos también forman parte de mi ser.
Y si puedo imaginarme en las tardes de locura y falta de fe, que entre nosotros crecerán algunos idiotas, algunos locos malhumorados por su lugar, algunos maricones... Hoy me pregunto, ¿qué tiene que ver el más allá con estas idioteces que le ocurren a los pequeños hombres masculinos y femeninos?
¿O, acaso, el más allá son las tristes historias que contarán de nosotros aquellos que nunca pudieron soportar nuestra mirada?

Emblemas, hoy se me da por tener asco de todos los emblemas. Hoy se me puede dar cualquier cosa, y eso siempre es bueno para la salud.

2 hs. Ciertas palabras provocan, aunque más no sea, una pequeña inhibición. La palabra dos se me apareció cargada de sentido, me indica primero una torpe unión entre quienes no se conocen por estar demasiado juntos. Pero también me indica que está formada por tres letras. Dos consonantes, custodiando, una a cada lado, a una pobre «o» que, sin ellas, sería simplemente exclamación de otras palabras que ella sola no puede pronunciar.

Al dos también hay que agregarle otro, otro cualquiera, algún idiota que tenga como misión, siempre la misma, hacer añicos los espejos.
Y si forzamos, y en esta noche de arrebatos todo es posible, si el otro es la letra i, podemos formar la palabra dios y, entonces, no es el tercero el que aparece, sino la muerte.

2 hs. 50'. Siento que falta muy poco tiempo para las seis de la mañana, siento que nunca terminaremos de decirlo todo. Mi pobre alma vocifera contra el inexorable tiempo del reloj. Le temo más a los días que pasan que a la inmortalidad.
La lujuria, ¿qué mierda será la lujuria entre nosotros? ¿Acaso una vieja chupándonos el culo o mordiendo con mordaces sonrisas nuestros cachetes? ¿O acaso la lujuria serán las rosas rojas sobre la tumba de alguna amada muerta? y el poeta, ¿qué está haciendo el poeta en este instante? El poeta teje y desteje sus sueños infantiles, el poeta teje y desteje su amor por los objetos inútiles.
El poeta ama la vida, cree en el hombre ciegamente.

3 hs. 50'. Una fresca brisa marina entra por la ventana abierta. El olor a mar me recuerda el olor de las vaginas sublimes donde mi locura se transforma en el aullido animal del que sabe que todo se parece a la muerte. El ruido del mar entorpece mi escritura. El ruido del mar me suena a vacaciones malolientes e inútiles. Amor mío, subamos a la higuera de la infancia y comamos hasta el hartazgo todos los higos maduros, hasta el hartazgo, digo, hasta la indigestión.
Una especie de sueño mortal invade mi mente. Muero cuando no puedo tener en la cabeza todos los nombres que pronuncio. Muero de espanto cuando no puedo pronunciar todos los nombres que tengo en la cabeza.
Acabo de perder todo contacto con la realidad: ¿Mi padre era un príncipe o un feriante?  ¿Mi madre era un ángel o una mezquina prostituta? ¿Quién es quién en este enjambre donde los animales salvajes quieren compartir mi lecho?
A quién tendré que preguntarle por mi saber, a quién por mi talento, a quién por mi sumisión, a quién tendré que pedirle que sostenga el espejo que transforme definitivamente mi saber de mí.

5 hs. Sólo una hora para decir lo que no podremos decir. Me hablan de separaciones y yo amo, con toda la pasión de mi hombre, los encuentros, amo con una estupidez exagerada la ilusión de un encuentro mortal entre nosotros.
Y mortal quiere decir un encuentro definitivo, con luz y sombras, con los excrementos rondando a cada paso, con la mezquindad de los insectos y la generosidad de las bestias en saciedad.

Abramos las compuertas antes de que sea demasiado tarde. Quiero decirte que te amo, que vos sos mi mujer, que tu deber es seguirme a todos lados, al cielo y al infierno, a la cumbre donde el poeta oculta su dolor y a los abismos donde la bestia ama todos los cuerpos y se regocija con el plaf plaf de los líquidos orgánicos y la humedad de las cavernas donde mi ser estalla en monosílabos incomprensibles.
Volver de esos lugares para amarnos y arrastrarnos sin piedad por el camino del goce hacia la muerte es, en definitiva, el destino de la bestia.

Atentar, hay que atentar contra todo.

Amar una posición, entrechocar las copas de alegría por el lugar que ocupamos, no servirá de nada. El infierno interior que nos habita no cederá ni ante la fama.
No peleamos, vivimos. Lo insoportable debe ser nuestra vida.
De la perversión, tendremos que decirlo por fin, ella es nuestra máscara. Suprema máscara en las más ambiciosas ceremonias.
Diosa del olvido, dame tus palabras. Tu tono mayor, el tono para arrancar una sonrisa del idiota, el tono de los Andes nevados, la luz que enceguezca definitivamente a los ciegos.

Marzo ha llegado, las brujas deben partir y, sin embargo, ellas están propiamente en nosotros.
Ni una mirada. Ni un gesto que nos permita hablar de él durante años y, sin embargo, el niño ha huido por los matorrales, el niño ha traído el viento de los cabellos, el niño ya ha dado su primer paso.
Ya somos perversos.
Palabras de papá en el corazón. Palabras de mamá en el corazón.
La guerra ha comenzado.
Cuando rozo tu voz, el ronco bramido del mar habla de tu presencia.
Cuando rozo tu piel, nocturna y amable, cuando recuerdo tu vientre mal herido, pequeña madre, ave de rapiña.

                                      Vive el dolor.

Tu voz entre los troncos, tu piel entre las mariposas del color de las flores del naranjo.
Cuerpo de tierra, hollín, masticación feroz, ocultan su presencia, ocultan su bello rostro entre mis manos.
El niño no quiere morir, pide clemencia. Las palabras estallan como granadas en su corazón. El niño deberá, para sobrevivir, desviar la mirada, el niño deberá morir mil veces para no morir. 
El niño terminará enjaulando su corazón.
                                                           La perversión acecha.
El niño ha dado su segundo paso pero no ha conseguido avanzar, ha caminado para uno de los dos costados de su corazón.
¡Bebed mi sangre y comed mi carne! y el niño abraza por primera y única vez en toda su vida el cuerpo de su madre.

En medio de esta carnicería, ella me recuerda tu voz entre los troncos:
Serás estas palabras, serás mi nombre y, mientras tanto, ella me habla de amor, muestra su cuerpo perforado.
Cálida presencia, amante de las desviaciones, curiosa e inútil marca en el tercer paso del niño, que ahora llora desesperadamente frente al nuevo fracaso.
Al borde del abismo, palabras de papá en el corazón anuncian pequeñas y tibias mutilaciones y el campo de ciruelos donde ella era el color de los frutos y su sabor.

Me pregunto si los obstáculos son propios del saber o Ella es su música.
El terror es no poder decir, ese es todo el terror.
Ni luciérnagas, ni mis viejas alcántaras, ni valles de pasión. Odres de mierda y de saber, olvidos del olvido, entretelones de lo cierto.
Sólo tu voz cuando ni la locura ni los abismos me pertenecen y solo tu arrogancia y sólo tu indómita figura, fondo de la nada.
Mujer del vientre dorado, de la dorada juventud, del semen profundo entre los cabellos, de los animales abiertos en la boca y todo el dolor; dime madre amada.
¿Cuánto dolor?
Amo el delirio de las rosas, fragancia milenaria, abierta sed.

Detengo mi palabra. ¿Serán los pechos de mi madre o los olores del pan o la tibieza del sol al mediodía contra los ojos ciegos?

Perverso o ciego, y esas fueron las palabras del cielo.

Días y días sin poder salir de estos territorios donde el amo absoluto es una mirada vacía, unos ojos resecos y ciegos.
Ceguera frente a la cual lo bello pierde su poder. Territorio donde la lujuria consiste en agotar las diferencias. Antro de los demonios y los malos espíritus maternales. Lugar donde el deseo pertenece al futuro.
Ojos ensangrentados por la visión de lo siniestro: madres destrozadas por la verdad. Agujereadas para siempre en el centro mismo de su ser.
Ojos sin piedad ocultos por el lodo y la cálida mierda de primavera para no ver. 
Matar para no ver.
Y la ceguera fue el destino del hombre.
Madre, devuélvenos la vista. Madre, el goce fue morir.

SU VOZ O ES ELLA

Mi propia madre.
Aquélla que morirá conmigo cuando muera mi cuerpo.

Padre no está en ningún lugar,
                                             es las palabras
Rosa profunda del verano,
                                      mi madre,
que el sol no matará
y que tampoco matará su ausencia.

Lloro por el suceso que trastocará mi razón
definitivamente.

Lloro por la muerte del padre.

El poeta tiene en su sangre los ocasos, tiene en su sangre el tiempo.
Alondras explosivas arrancadas del alma.

No aparecen escenas extraordinarias, veo, porque de ver se trata, una milimétrica desviación, un fugaz sinsentido de los tonos. 

Recuerdo, en la pequeña pieza de mi infancia, con mis años, violentos desesperados, con una rueda gigante todo el día en los ojos y su voz y todas las novelas acerca de su voz.
Todo mi amor era para su cuerpo de gacela.
Y, sin embargo, sólo recuerdo con alegría aquellas palabras que me hablaban de un hombre y tu perfume de violetas.

    Hasta el jueves.                               

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