ASÍ HABLÓ ZARATUSTRITA EN 1983
MADRID
PSICOANÁLISIS Y VIDA COTIDIANA
.../...
Ahora
directamente la conferencia.
Llamamos vida
cotidiana al espacio tiempo de nuestra vida producido por dos
sobredeterminaciones: la determinación social y la determinación
inconsciente, y una imposición variable: los modelos ideológicos del
Estado. Las tres variables en juego hacen imposible al sujeto tener
una vida cotidiana que escape a la articulación entre su posición de
clase, su enfermedad mental y los modelos ideológicos del Estado. La
libertad del hombre queda reducida a las fisuras que se produzcan en
dicha articulación. Quiero decir, la libertad casi no existe y
cuando existe es considerada como delincuencia, como locura o como
inmoralidad.
Para comenzar a
cualificar lo que digo, recurro, como tantos otros recurrieron,
entre ellos Freud, a la señora poesía.
Soy un hombre moderno. Atado de pies y manos,
decido el vuelo.
Al principio me arrastraré y con el tiempo,
podré levantar un poco la cabeza.
Veré el cielo.
El infinito cosmos será,
mis pequeñas cadenas y mis babas.
Al principio conseguiré comida y me la robarán,
después, también, aprenderé a cuidar la comida.
Otra cadena más.
Y así con el tiempo podré cuidar mi dinero,
otro eslabón se cierra y otro más,
y tendré hijos, y serán mis hijos,
y tendré que conseguir comida para ellos,
y aprender a cuidarla.
Y mientras cuido la comida y no dejo
que me arrebaten mi dinero,
tendré que tener, educación para mis hijos,
para que el infinito cosmos sea,
sus pequeñas cadenas y sus babas.
Y también habré de conseguirme un amor,
como se consiguen los puestos de trabajo,
y cuidar ese amor con mi propia vida,
y no es precisamente un eslabón lo que se cierra sobre mí,
hombre moderno,
sino,
los propios tentáculos de la muerte.
Al hombre
moderno se lo piden todo. Hasta tiene que entregar la educación de
sus hijos y después aún el propio cuerpo de sus hijos. A él, como
castigo, se lo deja vivo para presenciar el desastre. A la cultura,
como todos sabemos, se ingresa de cualquier manera. Si no has podido
con las letras o con las artes y si no has podido sobresalir, ni en
tus estudios, ni en tu profesión, y si, por último, las mujeres o
los hombres te consideran uno o una del montón entrarás en la
Cultura como ciudadano medio, mediocre y por lo tanto desconocido y
sin embargo has de tener tu monumento. Y si sólo puedes ser eso y no
lo soportas, terminarás entrando en la cultura por el diván de algún
psicoanalista.
Y si ni
siquiera puedes alcanzar ese ser eso, puedes todavía tener tus
esperanzas: a los subnormales los reeducamos y a los locos los
encerramos en el hospicio.
Y si
horrorizado por semejante injusticia, quieres tomar justicia con tu
propia mano, te cortarán la mano, y si ahora, protestas por la mano
que te falta, irás a la cárcel y si en la cárcel te parece injusto
haber perdido tu nada de libertad, te matarán: alguien te matará.
Me resulta
difícil plantear en el desarrollo de una sola conferencia los modos
de una articulación posible, porque de poder, me doy cuenta, estaría
abriendo el camino de una posible teoría de las ideologías. Ya que
no sólo el sujeto social es ciego a lo que lo sobredetermina, y el
sujeto psíquico está determinado inconscientemente, sino que la
articulación con las formas del poder ideológico se produce, si no
inconscientemente, por lo menos fuera de la conciencia del sujeto.
Con lo que las formas de hacer consciente, concientizar o, todavía,
más madrileño, mentalizar, nos hablan en todos los casos de una
intelectualización bastante alejada de la verdad, cuando se trata de
saber cómo cristaliza en nuestra vida cotidiana la ideología
dominante.
Repasando,
junto con ustedes, que la teoría del valor puede llegar a dar cuenta
de los modos en que el hombre es sujetado, como producto-efecto de
las relaciones de producción a una posición social. Y el hombre, el
famoso hombre, deja de ser sencillamente un hombre en general, para
transformarse en un burgués, en un trabajador, en un pequeño
burgués, es decir un intelectual, en un pequeño trabajador es decir
un lumpen, un marginado. Sin embargo, desarrollos posteriores
teórico-técnicos, y ciertos fracasos en estos desarrollos, mostraron
a la teoría del valor impotente para dar cuenta de los modos de dos
producciones que llamaremos universales. Producciones que llamamos
universales por haberse comprobado su existencia en diferentes tipos
de sociedades humanas y sus modos han permanecido inalterables a
pesar de los infinitos cambios que se produjeron en la familia, el
Estado y los modos de producción.
Y cuáles
-habremos de preguntarnos- son esas maravillas. Y para responder
utilizaremos algo muy convincente, por ejemplo un pie de página de
casi todas las ediciones de El Capital, donde Marx revela no
saber absolutamente nada ni del amor ni de la poesía. Había un
hombre -estaba claro- que se le escapaba a la teoría del valor. La
teoría del valor -quedaba claro- carecía por ser ella misma otra
cosa de una teoría del sujeto psíquico, es decir, carecía del
instrumento para poder determinar el hecho de que la poesía y el
amor no tienen fronteras.
Los
practicantes de la teoría del valor, practicaron mal entre otras
cosas, por no disponer de instrumentos apropiados de lectura de
fenómenos «humanos» que escapaban a la teoría del valor y su
práctica. Como ejemplo, y para que esto resulte cotidiano, diré que
lo cotidiano era lo que se le escapaba a la teoría del valor.
¿Cómo es
posible que después de tantas guerras, tantas muertes, tantas
transformaciones, tantas iniquidades, tanta valentía, aún odiemos y
amemos como nuestros antepasados? ¿Cómo es posible que aún seamos
envidiosos, torpes, personales, individualistas, avaros, déspotas?
¿Cómo es posible que la codicia anide en nuestro ser, cómo es
posible que todavía aniden en nuestro ser, la voluntad de poder, el
ansia de matar, morir? Quiero decir ¿cómo es posible desear, amar a
esa mujer, después de tanto?
Seguramente
algún poeta ruso se habrá suicidado al compás de estas preguntas
inauditas. Maiacovsky me lo dijo al oído, considerando que yo
también soy un poeta: me mato porque Stalin no sabe nada del amor,
me mato porque el pueblo, tampoco puede con mis versos.
Siguiendo
nuestro repaso -y ya para finalizar- diremos que la teoría del
inconsciente viene a poner algunas cosas en su sitio, aunque no
todas, ya que del amor lo dirá casi todo y de la poesía sólo podrá
nombrarla como su objeto a, quiero decir, eso permanentemente
cercano, pero lejano, que no puedo poseer ni ser, pero deseo. Y
ahora ya lo podemos decir: ¡Cuántos murieron en tu nombre, teoría
del inconsciente, sin poder encontrar la poesía, la vida cotidiana!
Hasta el jueves.
Indio Gris