Revista semanal por Internet Indio Gris
Nº 288. AÑO 2006 JUEVES 9 DE MARZO

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XXI

Indio Gris


INDIO GRIS Nº 288

AÑO VI

 

EDITORIAL
 

LA MUERTE DEL CARNAVAL

Murga que te quiero murga
murga que te quiero verde.
Intelectuales y débiles
esta murga es para ustedes.

Y tengan cuidado
de comenzar a creer
que yo soy ministro
o padre o marido
así de sencillo
obrero cansado
o un mal dictador.

No señor,
no señorita,
yo soy un intelectual,

un intelectual barato
que sólo
lee y escribe
y a solas hago el amor
sin utilizar condón.

Murga que te quiero murga
murga que te quiero verde
intelectuales y débiles
esta murga es para ustedes.

El doctor Carlitos Marx
hizo una obra maestra
dedicada a los obreros,
escuchemos su respuesta:

Somos del barrio
del barrio de la quema
y no queremos
no queremos progresar.

Murga que te quiero murga
murga que te quiero azul,
un pedacito de cielo
que me separe de mí.

Vamos murga, vamos murga
que te voy a poner roja
te vas a tocar el sexo
con alguno de mis versos.

Esta noche juntaré
mis arrugas a mi sexo
y verán la solución
que le doy a mi vejez.

El cantor se moría
y no se lo creía.
En el medio del salón
había un cajón, esperándolo.

Quiten ese cajón
que yo soy el cantor
y al morir volaré
cual música o palabra. 

Y nada de alcohol
que la muerte
nunca bebe y yo
estaré todo muerto. 

Muerto, es decir,
llevado por la vida
a extremos donde el viento
vuela por volar.

Murió, es decir, vivió
durmió la siesta,
amó y mintió siempre
pero escribió este verso:

Cuando mi madre me llama
desde la tumba, se entiende,
me siento lleno de vida
y bailo en el carnaval.

Bailo, Bailo, Bailo, Bailo,
salto de alegría y canto
y cuando alguien lo requiere
me calmo para escuchar.

Y cuando escucho
no soy pensador activo
ni amante con tal deseo
ni madre consoladora.

No soy, he dejado de ser
para que el mínimo aliento
de una palabra al pasar
me permita articular:

El deseo con el mar
la vida con la mentira
mi mujer con mi dinero
y el futuro a la canción.

Muga que te quiero murga
murga que te quiero negra
mulata, cobriza, ocre,
humana, te quiero murga,
bailando en el CARNAVAL.

Y no quiero retirar,
yo quiero fortalecer
la propuesta que grabé
al cumplir mis veinte años:

Vale más carne en la mano
que pensamiento en el aire.
Si quiero sexualidad
me la tendré que buscar. 

Murga que te quiero bella
y si es posible en pelotas
entregada, moribunda
pero dispuesta a bailar.

Y así bailando y bailando
no le encontraré jamás
ni a mi madre, ni a mi amante
ni al poema que se va. 

Pero tendré entre los brazos
una opulenta señora
que no sólo tiene oro
también tiene un par de tetas
que de ponerme a chupar
nunca iría a trabajar.

Y no quiero despreciar
las tetas aquí presentes
pero las tetas de Lola
no sólo leche nos dan
sino que también coñac.

Murga que te quiero bella
y si es posible en pelotas
el culo de marrón claro
y de magenta la boca.

Y así nos encontraremos
en medio del carnaval
y será tal la sorpresa
que beberemos cerveza.

Y los dos medio borrachos
nos miraremos los ojos
y los dos como sensibles
a la cama nos iremos.

Pero la pobre cama
en Carnavales
no hace ninguna cosa
sino bailar y bailar.

Así que en la cama
para sobrevivir
hay que unirse con fuerza
al compañero de viaje. 

Porque la cama
baila y baila
te tira al suelo
se pone como loca
y te pisa
y baila y baila
y sobre tus huesos
baila.

Es por eso que a la cama
hay que ir acompañado
y agarrarse fuerte, fuerte
al que valiente acompaña.

Y decir, exactamente,
se lo juro por mi cuerpo
es decir, que sin usted
yo no tengo condimento.

Murga que te quiero amor
de violeta y carmín claro
estropeando los negocios
y, también, la educación.

Murga de amor, murga celosa
yo te amo locamente
y por eso me entretiene
verte morir de dolor.

Cuando el carnaval se va
se va con una canción.

Soy el carnaval
el dueño y señor
de todas las almas,
también del amor.

Y tan dueño soy
del señor del amor
que una murga final,
romperá su corazón.

Y no se romperá
ningún corazón
porque no se trata
de pedir perdón:
por haber mendigado
por ser rico de más.
Que no, que no, señor,
que no se trata
de pedir perdón
por haber amado
como aman las alas
de un pájaro muerto.

Adiós Carnaval
y te lo digo yo
que no es poco decir:

Yo soy la murga violeta
y aparezco en el final
porque vengo a decretar
la muerte del Carnaval.

Y no sé de qué se ríe
ese boludo de ahí,
tal vez porque yo sea
una murga vulgar,
queriendo decretar
la muerte del carnaval.

Yo vengo, sencillamente,
a contar lo que pasó:

El Carnaval ya murió
y nadie quiso matarlo.
Murió sólo de aburrido
cuando la murga calló.

No hagan ningún silencio
que la