Revista semanal por
Internet Indio Gris
Nº 236. AÑO 2005 JUEVES 17 DE FEBRERO
FUSIONA - DIRIGE - ESCRIBE Y CORRESPONDE:
MENASSA 2005
NO SABEMOS HABLAR PERO LO HACEMOS
EN VARIOS IDIOMAS
CASTELLANO, FRANCÉS, INGLÉS,
PORTUGUÉS, ITALIANO

INDIO
GRIS ES PRODUCTO
DE UNA FUSIÓN
EL BRILLO DE LO GRIS
Y
EL INDIO DEL JARAMA
LA FUSIÓN CON MÁS FUTURO DEL SIGLO
XXI
Indio
Gris
INDIO GRIS Nº 236
AÑO V
EDITORIAL
"INDIO GRIS POR UNA CONSTITUCIÓN EUROPEA"
POESÍA, CARTAS DE AMOR,
PSICOANÁLISIS,
¿EROTISMO O PORNOGRAFÍA?
ALGO DE POLÍTICA O RECOLECCIÓN DE BASURA
Y CARTA DEL DIRECTOR |
"¿QUÉ QUIERE DECIR:
"YO SOY UN HOMBRE"
CUANDO SOY YO EL QUE HABLA?"
II
Eran caminos donde el hombre en mí
vivía y no vivía,
se retorcía de dolor y al mismo tiempo
la alegría le calaba los huesos.
Era libre y sencillo, moría y no moría
al mismo tiempo le pasaban los años
y los años eran todos de un verso.
Y siempre tuve en mí, desde la juventud,
un hombre delicado y amable
que versos escribía y besos daba por doquier.
Un hombre que pensaba que el pan
era posible para todos.
Y ese hombre luchó en todas las batallas
queriendo cambiar el orden de las cosas.
Se levantaba y desde temprano, al alba,
ya quería que el mundo fuera otro.
Y se golpeaba una mano contra la otra
y pateaba con fuerza la vereda
y hacía chocar su delicado cuerpo
contra los trenes en movimiento.
Cuando encontraba a una mujer, se arrodillaba
y no era que quería rezar o lo supiera hacer,
era para pedir perdón
que inclinaba su ser frente a la virgen.
Nunca pudo amarla, sólo la temía.
Ella en mí se encontraba y desaparecía
mas cuando asentaba su poder sobre mí,
estaba todo el tiempo pero invisible
y no era que el sexo se podía o no se podía
o que la libertad se permitiese o no se permitiese.
Sexo, locura y libertad, tienen en común
que cuando se dejan caer sobre los hombres,
cuando consiguen invadir sus células,
cuando penetran por su respiración,
cuando contaminan todos sus decires,
lo hacen con tal fuerza,
con tal soberbia ganadora,
que el hombre, el hombre poderoso,
el de las armas hasta el corazón,
cual leve mariposa, es capaz de morir,
libre, enamorado, totalmente loco.
Y la mujer que todo aprende, aunque no diga nada,
y que no quiere morir aunque se muera,
decide vivir libre, enamorada y loca
aunque nadie se lo permita o quiera.
La niña que se pasa todo el día
creando nuevas realidades con sus fantasías.
Tierno niño que espera con fervor,
algún día, quedar embarazado.
Mujeres que después hasta la muerte
se pasan todo el tiempo
lamentándose,
no haber tenido un hijo.
Hombres que se dan cuenta,
tal vez, un poco tarde,
que para poder tener un hijo
tienen que amar, primero, a una mujer.
"¿Qué
quiere decir: "Yo soy un hombre"
cuando soy yo el que habla? II"
III
Ella quiere y no quiere todo el tiempo.
Él quiere siempre o no quiere nunca.
Es imposible tomar una foto a los dos juntos
y, sin embargo, se casan, viven juntos,
tienen algunos hijos, se enferman y se mueren,
los dos el mismo día, casi a la misma hora,
pero nadie puede decir que se hayan conocido.
En mí vive un trabajador asalariado,
una mujer obrera, un niño abandonado
y la embarazada suicida que se mató
porque no pudo aceptar, de ninguna manera,
haberse dejado penetrar por líquidos extraños.
El hombre aquél que no se quiso arrodillar,
que caminaba tieso para no doblegarse,
sincero como nadie, verdadero siempre,
murió a mediana edad paralizado y solo.
Y el dictador soberbio y despiadado
que me obliga todo el tiempo a matar,
enajenar, despedazar o pervertir,
todo lo que no piensa como piensa él.
Y después en el mundo sólo viven sus sueños.
Esos días, cuando el tirano me doblega,
no existe la belleza, ni el rubí, ni la flor,
ni el amor, ni el odio, ni siquiera el poema.
Todo el goce, todo el placer que existe,
nadie puede gozarlo sino el tirano.
Y para mí, sólo queda soñar,
soñar, intensamente, que algún día,
cuando el tirano muera,
podré vivir en libertad, conocer el amor
pero ya será tarde:
si espero para sentirme libre
que el tirano muera,
al morir el tirano me daré cuenta
que el tirano soy yo.
"¿Qué
quiere decir: "Yo soy un hombre"
cuando soy yo el que habla? III"
IV
Tengo, también, conmigo, la pordiosera joven
que no quiere, por nada del mundo, trabajar
y el médico comprensivo que vive, intensamente,
todas las enfermedades, aun las que no existen,
y una bujía loca que se enciende y se apaga,
sin tener en cuenta las estaciones
ni mis estados de ánimo, ni las guerras.
A veces, cuando intento amar en las penumbras
la bujía se enciende iluminando todo con locura.
Lo que quería ser secreto, se hace público y,
tampoco, nadie le encuentra explicación.
Y, a veces, soy la mujer sembradora
de todas mis desgracias, de todos mis fracasos.
Quiero que alguien me ame pero no quiero amar,
quiero vivir como una reina pero no tengo rey
y cuando me empobrezco por haber creído
tener lo que no había y no tenía nadie,
quiero que el mundo todo, sostenga mi locura
que es, precisamente, vivir sola en el mundo
y cuando mi amado venga a preguntarme
qué hice con nuestro amor grandioso
yo le diré: no me di cuenta,
no me di cuenta que lo nuestro era amor,
no me di cuenta que las plantas se riegan,
no me di cuenta que un bebé necesita
el calor de una piel y ser amamantado.
No me di cuenta que el amor no existe
a menos que lo hagamos.
No me di cuenta, y esto lo más terrible,
que nuestra poesía era poesía.
Y tuve envidia de todo lo que crecía
y hubo días terribles, desconcertantes,
donde llegué a envidiar el crecimiento
de tus blancos cabellos, de tus uñas.
Y, después, tu ropa, tu elegancia al hablar
la manera en que otras mujeres te saludaban,
el modo libertario de utilizar el dinero
que ganabas en tus horas de trabajo.
Todo me parecía indigno para mí,
cuando me dabas algo de dinero
que, por otra parte, nunca fue tanto
lo tiraba y ese día me quedaba sin comer
pero mis manos seguían limpias.
Y cuando gozaba sexualmente en tu presencia,
me mutilaba, entorpecía mi cerebro,
en lugar de gozar me ponía celosa y deliraba.
Te perseguía, me salían granitos en el culo
para avergonzarte de lo que habías hecho.
Cualquier detalle sin importancia en la cocina
o en el baño o sobre la mesita de la noche
o una fotografía antigua donde sonreías,
lo utilizaba para hostigarte con mis delirios
y, a decir verdad, me gustaba, me hacía gozar
verte enfurecido con mis cosas
y a pesar que siempre tuve miedo
que un día me mataras
yo gozaba con eso, hacerte enfurecer.
Una alegría honda, nunca vista,
invadía mi ser cuando mis palabras
rompían el pedestal que te sostenía
y tú, caías, humanamente hablando,
en mi boca
y eso era para mí todo el amor.
Continúa en los próximos Indios
"¿Qué
quiere decir: "Yo soy un hombre"
cuando soy yo el que habla? IV"
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