Revista semanal por
Internet Indio Gris
Nº 173. AÑO 2003 JUEVES 25 DE SEPTEMBRE
FUSIONA - DIRIGE - ESCRIBE Y CORRESPONDE:
MENASSA 2003
NO SABEMOS HABLAR PERO LO HACEMOS
EN VARIOS IDIOMAS
CASTELLANO, FRANCÉS, INGLÉS, ALEMÁN
PORTUGUÉS, ITALIANO

INDIO
GRIS ES PRODUCTO
DE UNA FUSIÓN
EL BRILLO DE LO GRIS
Y
EL INDIO DEL JARAMA
LA FUSIÓN CON MÁS FUTURO DEL SIGLO
XXI
Indio
Gris
INDIO
GRIS Nº 173
AÑO IV
EDITORIAL
CONTRIBUYENDO A LA
CONFUSIÓN GENERAL
Señor
Presidente, estoy harta de su silencio,
así, que espero que, esta vez,
Usted se atreva a contestarle
a una ciudadana
preocupada como española
y sobre este particular
me gustaría comunicarle
que mi marido dice, y
sin ánimo de ofender,
que yo soy una española
de pura cepa,
bailo el tango pero lo
bailo más o menos,
al hablar recorto el
horizonte como si fuera
una mujer del sur, de
Andalucía,
y me arrodillo sólo
frente al hombre
que me lo pide
amablemente.
Le
escribo por lo del chapapote
y alguna que otra cosita
que hemos descubierto
entre sus partidarios.
No quieren que Usted
vuelva ser Presidente
porque usted, así
dicen, es muy malo.
Cuando alguno de sus
ministros, o algún allegado,
colabora, acelera o
engrandece una catástrofe,
usted lo castiga,
terrible señor,
prohibiéndole comer la
chocolatina semanal.
Muy bien, Señor
Presidente, eso se llama
manejar la justicia con
amabilidad,
al estilo de las montañas
mexicanas:
Para los amigos, la
mano;
para los enemigos, la
ley.
Después
está ese otro asunto
de la limpieza ciudadana
que,
para decir verdad,
siempre me gustó.
Cuando joven era
pro-China
porque en China era
obligatorio
bañarse todas las mañanas.
Después, también, me
imagino
que usted se refiere a
otro tipo de limpieza,
esa que anuncian por
televisión:
Expulsaremos de las
calles de España
a todos los enfermos
graves, al chocolate,
a la maría, a blanca
nieves, a todas las putas,
a todos los borrachos y
a los homosexuales.
Pues bien, Señor
Presidente, yo se lo digo,
si ustedes hacen eso de
la limpieza
no sólo se quedarán
sin votantes
sino que España,
nuestra España,
se quedará sin
ciudadanos.
Así que, como una
verdadera madre,
quiero aconsejarle por
el bien de todos.
Deje la calle como está
y trate
de limpiar mejor su
vereda y,
Señor Presidente, no
diga mentiras,
no le diga a las mujeres
que
son iguales a los
hombres
porque eso es teóricamente
indemostrable.
Y no le diga a las
parejas
para que deseen tener
hijos
que es muy fácil
educarlos.
Recuerde, Señor
Presidente, que nosotros,
usted también, vivimos
en un país
donde no podemos educar
bien
ni a los perros.
Y antes de comenzar la
despedida
quisiera decirle que sería
maravilloso
para todos los españoles
que su Gobierno
permitiera que los
ciudadanos hablaran
un poco así, o así, o
así...
Pero los profesionales
que forman su Gabinete
tienen que hablar en
castellano con elegancia,
con distinción y casi
sin repeticiones, en tanto
el castellano es un
idioma exquisitamente rico,
y si alguno no llega o
no puede del todo,
no importa, algo tendrá
que estudiar.
Y ya sabemos, porque lo
dicen los periódicos
y hasta sus canales
privados de televisión,
que los presidenciables
de su partido
no alcanzan ni su
belleza, ni su estatura,
pero, Señor Presidente,
un Jefe
tiene que ser amable con
sus delfines,
contarles algo de la
verdad:
Lo de la belleza es
porque me maquillan
y lo de la estatura es
porque estoy, todo el día,
subido a la sillita que
me regaló Felipe y,
a decir verdad, en este
momento, viendo
los inútiles que me
rodean, no sé, no sé,
si podré abandonar la
sillita.
A mí, Felipe me lo enseñó
todo.
Y ahí, fue donde su
mujer
se hizo presidenciable,
cuando le preguntó:
¿También te enseñó a
caerte de la sillita?
Y no quiero olvidar que
yo
le escribía la carta
por el asunto de la
guerra.
Me dijo mi marido que no
me olvidara de decirle
que es muy lamentable
para todos los españoles
que los últimos
discursos de su partido
nos han acercado a
Estados Unidos, que está muy lejos,
y nos alejaron de
Europa, que está tan cerca.
Ah, otra cosa, me dijo
que le preguntara
si usted sabía, porque
yo no lo sabía,
que para ganar una
guerra
es necesario destruir al
enemigo
¿Entiende, Señor
Presidente?
Es necesario, para ganar
una guerra,
matar, violar, romper,
robar, incendiar, volver a matar,
destruir los hospitales
para que el enemigo no tenga salud,
destruir los colegios
para que los hijos de
los enemigos no tengan educación
Y después, señor
presidente, a los que quedan vivos,
explotarlos, robarles
las riquezas naturales
gobernarlos con leyes
extranjeras
y guiarlos con una
religión distinta a la que profesan.
Yo no entiendo, señor
presidente, porqué usted
quiere hacerle eso al
pueblo de Irak.
Usted tendría que
consultar este asunto
con su mujer, que
inteligente y cristiana,
tiene que saber
aconsejarlo en contra de la guerra
Por ejemplo, ella le
podría decir
que para un cristiano
está prohibido
mentir, matar, violar,
robar
y, por sobre todas las
cosas,
un cristiano no debe
desear la mujer del prójimo
y tampoco su petróleo.
El
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