Revista semanal por Internet Indio Gris
Nº 152. AÑO 2003 JUEVES 17 DE ABRIL

FUSIONA - DIRIGE - ESCRIBE Y CORRESPONDE: MENASSA 2003

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Indio Gris

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INDIO GRIS Nº 152

AÑO III

EDITORIAL

ENTREVISTA AL POETA MIGUEL OSCAR MENASSA

PARA LA REVISTA “EL INDIO GRIS”

Domingo, 13 de abril de 2003

Carmen Salamanca: Todos los periodistas están de acuerdo en que la estrategia se ha hecho según un japonés contemporáneo de Confucio, que era un maestro de otra escuela también, “El arte de la guerra” había escrito.

Miguel Oscar Menassa: Sí, pero el japonés acometió la guerra con flechas, y estos tienen demasiado poder. Entonces no hay estrategia, no hay planteamiento, no se dejen engañar. A ver, si yo tengo una ametralladora y usted tiene un mondadientes ¿qué estrategia? No hay ninguna estrategia, usted espere y cuando se me ocurra a mí, le rompo el culo, de paso hago negocios internacionales. No hay estrategias, son todo mentiras, cómo voy a hablar de estrategias si el otro no tiene ni donde caerse muerto.

CS: Escuché esta mañana que las tan famosas armas de destrucción masiva no existen. Las mazmorras del régimen donde torturaban tampoco existen. Los cien mil soldados de Bagdad tampoco existían. Entonces es como si él, o los americanos, se hubieran dedicado a fabricar una historia que no tiene nada que ver con la realidad.

MOM: ¿Con qué realidad?

CS: Con lo que parece que se han encontrado ahora.

MOM: Tiene que ver con la realidad. Tiene que ver con la realidad del petróleo, tiene que ver con la realidad de las conveniencias internacionales ¿Cómo que no tiene que ver con la realidad? No tiene que ver con la realidad que nos hacen conocer, pero tiene que ver con la realidad. A ver si entiende lo que le digo.

CS: Había una carta en el periódico que decía que Estados Unidos ha bombardeado desde la primera guerra mundial o desde la segunda, y enumera como a quince países. ¿En cuántos ha dejado un gobierno democrático y estable?

MOM: Pero eso lo sabíamos antes de esta guerra. ¿Sabes lo que estoy pensando? Que si no hubiesen matado al periodista, resulta que los periodistas no son inteligentes, porque ahora se volvieron todos inteligentes ¡qué bárbaro! Pero tuvieron que esperar a que les mataran a un chico, podían haberse vuelto inteligentes antes.

CS: El otro día decía un hermano de Couso ¿estamos en el imperio de la ley o en la ley del imperio?

MOM: En la ley del imperio, claramente, porque el imperio de la ley se ha roto, lo rompieron los Estados Unidos. Y además lo dicen: ¡como somos más fuertes!

Ellos tienen menos empacho que nosotros en aceptar que quieren ser los dominadores del mundo y que van a imponer la ley pase lo que pase, que a ellos no les importa nada. Yo cuando Bush dijo: “no importa lo que dure la guerra”, ahí ya me di cuenta de todo, porque esa frase sólo la puede decir un poderoso dispuesto a todo.

Estoy muy confundido porque por un lado digo, a ver cómo los árabes van a hacer ahora negocio con estos hijos de puta que en cualquier momento sacan la pija y te rompen los ojos, te rompen la cara.

A mí me parece que el mundo anda mal y que entonces pueden pasar estas cosas. Imagínate dentro de 50 años: ya terminamos con Iraq, con Irán, ya nos quedamos con el petróleo, ya matamos a todos los palestinos, y después se van a tener que encontrar con su propia deformidad, y claro porque son ellos los que producen eso. Es este sistema el que produce el mal: El eje del mal tiene su centro en el Pentágono.

El grupo de investigación periodística del Indio Gris ha encontrado armas de destrucción masiva en 24 ciudades de Estados Unidos, dos máquinas de producción de esclavos en Londres y cuatro ordenadores superinteligentes, descompuestos, que realizan los discursos del presidente español.

VÍDEO Miguel Oscar Menassa recitando

EN MÍ ESTABA LA FURIA

Abriendo los candados de mi pecho
nos encontrábamos con ella haciendo pruebas
tratando de saber.
                            Él, solía preocuparse
de regar por las tardes, sereno, la magnolia.

Ella hablaba de menos y al parecer
los días de niebla en plena calle
abría sus ojos para iluminar
a quienes ya nada tenían que perder.
Manso como la muerte
                                    él
tenía treinta y cuatro años y una vida violenta
hacía versos y decía: pertenezco al pasado.

En mi pecho, en medio de mi pecho
rompiendo definitivamente la puerta cancel
que me separa de ella, podemos verla practicar
peligrosas jugadas de ajedrez y tiro al blanco.
Él sabe que tantos preparativos son para la guerra
y sin embargo
le propone a ella, en medio de mi pecho, un extraño festín.

QUERIDA:

Adormecido, llevado a una lentitud insoportable por los recuerdos que recuerdo de mi vida pasada en mi país de nacimiento, que ya no es mi país.

Y habrán de preguntarme por qué elegí este rumbo. Qué ideas claras, qué precisas ideas me anclaron en España y no sabré decir más que la verdad: cada vez que existía la posibilidad (tanto en la realidad objetiva como en mi propia realidad psíquica) de volver a Buenos Aires, yo no me podía mover.

La parálisis que me embargaba era fulminante y total. Y así me quedaba ciego y sin músculos, hasta que abandonaba la posibilidad de volver.

Entremedio de estos brotes de silencio y soledad y muerte, yo era un hombre normal. Trabajaba, y por mi trabajo recibía un dinero que gastaba, en su mayor proporción, en mantener más o menos dignamente a una familia numerosa, unas quince personas y sus extensiones. Los fines de semana dormía, estudiaba, escribía, miraba televisión.

Un día me levanté y me dije: el sol es de cualquiera. Yo, ni siquiera puedo quedarme con el sol, y ese día decidí no ir a trabajar. Vestirme como siempre, lavarme como siempre, saludar como siempre saludo, salir a la calle como siempre y ahí, en lugar de decirle al taxista: Ventura Rodríguez esquina Tutor, le dije: Lléveme al hotel Quevedo. Quiero volver a ese lugar, ¿sabe? Yo estuve ahí el 22 de agosto de 1976, cuando llegué a España.

Desnudo, sin necesidad de estarlo frente a nadie, conjugo los sonidos del viento con los aullidos de aquella noche inolvidable.

Parado en el mostrador del hotel, requiriendo una habitación a 10 dólares las 24 horas, con desayuno, con 7.000 dólares en el bolsillo, me sentía el dueño de varios continentes.

Después, todo sería nostalgia y piedra cayendo, sin piedad, sobre mí.

Ella se presenta como no alcanzando nada y eso le da vergüenza y lo dice de la siguiente forma:

- Si no me diera vergüenza sería una puta rica, pero con vergüenza me fui transformando en una pobre profesional, pobre.

Cuando vamos caminando por la calle y ella me pregunta ¿cuáles son los límites? me la imagino chupándome la polla.

La segunda vez que me pregunta por los límites, ya me la imagino enamorada.

Cuando me lo pregunta por tercera vez, sin que nada haya ocurrido entre nosotros, yo daba por finalizada la relación y recomendaba psicoanálisis.

1

La guerra pierde todos sus sentidos una vez iniciada. Los deseos sexuales librados a su propio albedrío producen la muerte por doquier.

2

Poner en práctica todo lo aprendido. Familia y viejos rituales del amor se han serenado en mí. Estoy en condiciones de escribir mi obra maestra:

Una guerra sin muertos, una paz sin locura.

De mí lo dirán todo, tengo que acostumbrarme a ello. Al no cumplir, exactamente, con ningún requisito pero, al mismo tiempo, sin dejar de cumplir con ningún requisito, seré pasto de la calumnia y de la impertinencia.

La única manera de desentenderme de la chusma es teniendo un proyecto propio de acuerdo a mis supuestas desviaciones que, más que perversidades, son inicios de nuevos pensamientos, nuevas formas de vivir.

El Indio Gris

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