Revista semanal por
Internet Indio Gris FUSIONA - DIRIGE - ESCRIBE Y CORRESPONDE: MENASSA 2003 NO SABEMOS HABLAR PERO LO HACEMOS
EN VARIOS IDIOMAS INDIO
GRIS ES PRODUCTO INDIO GRIS Nº 141 AÑO III EDITORIAL LA
MUJER Y YO Señor
Presidente, estoy harta de su silencio, a
una ciudadana preocupada como española y
sobre este particular me gustaría comunicarle que
mi marido dice, y sin ánimo de ofender, que
yo soy una española de pura cepa, bailo
el tango pero lo bailo más o menos, al
hablar recorto el horizonte como si fuera una
mujer del sur, de Andalucía, y
me arrodillo sólo frente al hombre que
me lo pide amablemente. Le
escribo por lo del chapapote y
alguna que otra cosita que
hemos descubierto entre sus partidarios. No quieren que Usted vuelva a ser Presidenteporque
usted, así dicen, es muy malo. Cuando
alguno de sus ministros, o algún allegado, colabora,
acelera o engrandece una catástrofe, usted
lo castiga, terrible señor, prohibiéndole
comer la chocolatina semanal. Muy
bien, Señor Presidente, eso se llama manejar
la justicia con amabilidad, al
estilo de las montañas mexicanas: Para
los amigos, la mano; para
los enemigos, la ley. Después
está ese otro asunto de
la limpieza ciudadana que, para
decir verdad, siempre me gustó. Cuando
joven era pro-China porque
en China era obligatorio bañarse
todas las mañanas. Después,
también, me imagino que
usted se refiere a otro tipo de limpieza, esa
que anuncian por televisión: Expulsaremos
de las calles de España a
todos los enfermos graves, al chocolate, a
la maría, a blanca nieves, a todas las putas, a
todos los borrachos y a los homosexuales. Pues
bien, Señor Presidente, yo se lo digo, si
ustedes hacen eso de la limpieza no
sólo se quedarán sin votantes sino
que España, nuestra España, se
quedará sin ciudadanos. Así
que, como una verdadera madre, quiero
aconsejarle por el bien de todos. Deje
la calle como está y trate de
limpiar mejor su vereda y, Señor
Presidente, no diga mentiras, no
le diga a las mujeres que son
iguales a los hombres porque
eso es teóricamente indemostrable. Y
no le diga a las parejas para
que deseen tener hijos que
es muy fácil educarlos. Recuerde,
Señor Presidente, que nosotros, usted
también, vivimos en un país donde
no podemos educar bien ni
a los perros. Y
antes de comenzar la despedida quisiera
decirle que sería maravilloso para
todos los españoles que su Gobierno permitiera
que los ciudadanos hablaran un
poco así, o así, o así... Pero
los profesionales que forman su Gabinete tienen
que hablar en castellano con elegancia, con
distinción y casi sin repeticiones, en tanto el
castellano es un idioma exquisitamente rico, y
si alguno no llega o no puede del todo, no
importa, algo tendrá que estudiar. Y
ya sabemos, porque lo dicen los periódicos y
hasta sus canales privados de televisión, que
los presidenciables de su partido no
alcanzan ni su belleza, ni su estatura, pero,
Señor Presidente, un Jefe tiene
que ser amable con sus delfines, contarles
algo de la verdad: Lo
de la belleza es porque me maquillan y
lo de la estatura es porque estoy, todo el día, subido
a la sillita que me regaló Felipe y, a
decir verdad, en este momento, viendo los
inútiles que me rodean, no sé, no sé, si
podré abandonar la sillita. A
mí, Felipe me lo enseñó todo. Y
ahí, fue donde su mujer se
hizo presidenciable, cuando le preguntó: ¿También
te enseñó a caerte de la sillita? Y
no quiero olvidar que yo le
escribía la carta por
el asunto de la guerra. Me
dijo mi marido que no me olvidara de decirle que
es muy lamentable para todos los españoles que
los últimos discursos de su partido nos
han acercado a Estados Unidos, que está muy lejos, y
nos alejaron de Europa, que está tan cerca. Ah,
otra cosa, me dijo que le preguntara si
usted sabía, porque yo no lo sabía, que
para ganar una guerra es
necesario destruir al enemigo ¿Entiende,
Señor Presidente? Es
necesario, para ganar una guerra, matar,
violar, romper, robar, incendiar, volver a matar, destruir
los hospitales para que el enemigo no tenga salud, destruir
los colegios para
que los hijos de los enemigos no tengan educación Y
después, señor presidente, a los que quedan vivos, explotarlos,
robarles las riquezas naturales gobernarlos
con leyes extranjeras y
guiarlos con una religión distinta a la que profesan. Yo
no entiendo, señor presidente, porqué usted quiere
hacerle eso al pueblo de Irak. Usted
tendría que consultar este asunto con
su mujer, que inteligente y cristiana, tiene
que saber aconsejarlo en contra de la guerra Por
ejemplo, ella le podría decir que
para un cristiano está prohibido mentir,
matar, violar, robar y,
por sobre todas las cosas, un
cristiano no debe desear la mujer del prójimo y
tampoco su petróleo. Miguel
Oscar Menassa
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