Revista semanal por
Internet Indio Gris FUSIONA - DIRIGE - ESCRIBE Y CORRESPONDE: MENASSA 2002 NO SABEMOS HABLAR PERO LO HACEMOS
EN VARIOS IDIOMAS INDIO
GRIS ES PRODUCTO INDIO GRIS Nº 126 AÑO III EDITORIAL AL MUNDO LE FALTA UN TORNILLO Todo
el mundo está en la estufa, Hoy no
hay guita ni de asalto Hoy
se vive de prepo ¿Qué
sucede? Mama mía... Enrique Cadícamo
Miguel
Oscar Menassa recitando
EMPECINADO POETA DE TODO LO QUE NACE Y SOBREVIVE Empecinado
poeta de todo lo que nace y sobrevive, Poner
en movimiento la antigua fiereza de la tierra, Palabras
con luz propia, eso quiero cantar Empecinado
poeta de todo lo que muere, Para ver el video debe tener instalado en su ordenador los programas:
QUERIDA: Vivimos rodeados de alimañas y sin embargo hay que seguir. Termino con la desesperación como método y dejo que la suprema inteligencia poética que vive en mí guíe mis pasos. Alondras sorprendidas en el instante del reposo. Alondras golpeadas por la civilización, su canto se hará feroz, indomable. Para luchar contra las máquinas, la combustión tiene que ser hasta el final. No más reposo, la guerra es todo el tiempo. Es necesario escribir un verso más que ellos que diga, así debe ser, todo lo contrario.
Al llegar te pregunté tu edad y me dijiste que tenías una edad en que la mujer si la dejaran lo podría todo. - ¿Psicoanalizarse también? Y ella se sonrojó para decirme: -Eso lo sabrá usted. La miré detenidamente, sin ninguna pasión aparente. Los pómulos salientes me recordaban a las indias más bellas de mi país natal. Su cabello rubio, al natural, casi ensortijado, me recordaba las artistas de cine de mi infancia. Los ojos castaños eran claramente los ojos de las mujeres de mi familia. Su boca fue lo último que vi. Fue su boca, carnosa, elástica. Después ella comenzó a decir: - Mi boca es el felino que llevo en las entrañas. - Continuamos la próxima.
Después de besar el cuello de él varias veces, le pudo decir: - ¿Si yo me quedo en la ciudad, tú me seguirás amando? A él, que se le había comenzado a parar la pija, prefirió decir que sí, que la amaría siempre, hiciera lo que hiciera. Después se desabrochó la bragueta y le ofreció a ella, su sexo endurecido por la emoción. Ella lo chupó hasta secarlo y antes de que él saliera de la casa, le preguntó: - ¿Me seguirás amando si yo me quedo a vivir en la ciudad? - Me la chupaste muy bien -le dijo él- muy bien, me la chupaste muy bien -y le dio un beso en la frente. Ella se lavó los dientes y escribió en la pared del baño con el lápiz de labios: - ¡Pobres hombres!
Una promiscuidad sexual, y bien que lo recuerdo, fue permitida y hasta deseada por todos. En cambio una promiscuidad con el dinero a todo el mundo le hace mal y nadie quiere saber nada con esa maldita técnica que desmonta todos los mecanismos. Quiero decir que la propiedad privada, que el hombre -nuestro hombre- no llegó a sentir con su propio cuerpo, siente ahora con, lo que cree, su propio dinero. Encaraginado a más no poder con teorías donde el hombre se tiene que transformar, pase lo que pase, quiero esta vez transformarme yo mismo, en una palabra, dicho rápidamente, dejar de ser yo mismo. Escribir todo el tiempo, por ejemplo de otro, del mismo dado vuelta, o de ella, todo el tiempo de ella, se imaginan, una desesperación detrás de otra desesperación y después las calandrias como si fuesen peces aullando lastimeramente, como espigas abiertas de soledad. Así debo reconocer es mi calma. De cualquier manera pienso que es mejor tener un ritmo que no tener nada. La libertad siempre viene atada a una ilusión, es decir a una inmensa cadena. Debo reconocer, en lo que a mí respecta, que no consigo casi nunca hacer lo que tengo ganas. A veces me veo caminando por un huerto feliz, rodeado de personas sin violencia, quiero decir sin envidia. Envuelvo todos los perfumes en un solo perfume y me doy cuenta no ser un hombre virtuoso, más bien soy un apasionado, un torpe crónico gastador de saliva. Un hombre que cuando habla no tiene en cuenta las buenas costumbres, se queda sin habla, sin otro. Así me fui curtiendo solitario, un día por un motivo, otro por otro. Mi soledad fue tan grandiosa como la misma poesía, aunque también quiero decirlo, me hubiese gustado caer en brazos de mi padre muerto y eso no pude. Después de todas estas vivencias no me quedaba otro remedio que abrir una cuenta bancaria y con el tiempo alguien me daría un premio por la constancia. Indio Gris ESTO ES PUBLICIDAD
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