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Internet Indio Gris FUSIONA - DIRIGE - ESCRIBE Y CORRESPONDE: MENASSA 2002 NO SABEMOS HABLAR PERO LO HACEMOS
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GRIS ES PRODUCTO INDIO GRIS Nº 116 AÑO III EDITORIAL ENTREVISTA AL POETA MIGUEL OSCAR MENASSAMOM: Usted está pintando cada vez mejor, ¡eh! Bueno lo que hay que decir es que está pintando. CS: Quiero pintar. MOM: Exactamente, eso es lo que hay que hacer. Hay que utilizar los verbos en infinitivo. Mire si a mí se me ocurre: “Me quiero follar a Marilyn Monroe” pobre, está muerta. Es difícil, ya me tengo que hacer esotérico. CS: Volviendo a cómo recita, usted recita como si tuviera delante un millón de personas. MOM: Siempre, por las dudas. Pero también es cierto que cuando hago el amor con una mujer desconocida, lo hago lo mejor que puedo, por las dudas, ¿Qué dudas? Por las dudas esa mujer se quiera quedar conmigo o cerca de mí. Mire si justo me equivoco con la mujer que se quiere quedar al lado mío y hago mal el amor. ¿Entiende? Y con la poesía lo mismo, con la poesía yo trato de que el poema salga lo mejor posible, a medida que lo voy escribiendo. En el sentido de que no sé si la poesía me volvería a dar la oportunidad de escribir otro poema, si yo escribo mal o escribo con desgana o mientras escribo digo que la vida del escritor es malsana. Yo soy un convencido de que un escritor es un hombre privilegiado en los sistemas actuales de convivencia. Algo nos dejan ver y, de lo que vemos, algo nos dejan contar y eso es un privilegio enorme. Si usted se aleja del cuadro, va a ver unas figuras en ocre que tendría que respetar totalmente; llenar todo el espacio pero respetar las figuras en ocre, por favor, porque son bellísimas. A ver si lo consigue, a ver si consigue tener algún límite. La creación sin límites no sirve. Porque yo recito para un millón de personas, pero no siento que soy el mejor poeta del mundo ¿entiende lo que le digo? Yo siento que, como yo, hay miles de poetas, pero no que puedan recitar delante de tanta gente, no hay miles que tengan una editorial que los sostengan, no hay miles que se ganen la vida trabajando de otra cosa. Sólo entonces, la libertad está plena de libertad. En ese sentido me siento un privilegiado. Cómo, si soy un privilegiado, me voy a poner a recitar un poema y lo voy a recitar más o menos. No, puedo recitarlo mal, pero poniendo mi vida en ese recitar. Y cuando uno pone la vida en algo es muy difícil que salga mal. ¿Entiende lo que le digo? Que juego con ventaja, porque yo, evidentemente, no sé los resultados pero lo que sé es que, cuando se pone la vida en algo, generalmente sale bien. El cine está lleno de películas así, la literatura también. En ese libro que recomiendo últimamente, el de Thomas Mann, El elegido, ahí el personaje principal es un hombre que tiene un poder infinito y siempre sale vencedor, a condición de que pueda concentrar toda la energía en un sólo punto. CS: Concentrar toda la energía en un sólo punto... MOM: Sí, claro, debe haber un montón de teorías religiosas basadas en eso. Yo, a veces, cometo el lapsus leyendo, usted puede denunciarme, cada vez que yo cometo un lapsus es porque pienso una palabra. Por ejemplo, el otro día me equivoqué en la letra “o”, “es como si me hubiese apropiado de mi trabajo” y en la palabra apropiado, ahí me equivoqué, dije apropiada. Yo me equivoqué porque, antes de pronunciar la palabra, quise saber qué quería decir exactamente apropiarse de su trabajo, y ahí, ¡tac! CS: Le metió una idea a lo que tiene que hacerse… MOM: A lo que tengo que hacer, mi trabajo ahí no era saber cómo es que se apropia uno de su trabajo o no, eso es otro momento. CS: No era juzgar al escritor. MOM: Era decir la palabra bien dicha, porque estaba recitando. CS: Claro, porque ahí estaba cuestionando al escritor, estaba diciendo ¿qué quiere decir éste? MOM: Sí, cuestionándolo o queriéndolo entender. Si yo le doy un beso y a usted le gusta y quiere entender por qué le gusta... A usted, si le gusta, va al frente, me lleva ahí con usted, y después cuando alguien le pregunte ¿pero cómo estás viviendo con este loco? usted le dice: “eh, pero no sabes el beso que me dio”. Basta de bromas, Salamanca, porque tenemos un público muy experto en esas cosas de la psiquis. CS: Eso de cómo recita frente a un ojo de cristal me recuerda unos versos de su último libro. MOM: “Ojos del mundo, escuchadme”. CS: Sí, y también: “Escribo para aquél que, sin saber quién habla, escuchará mi voz.” MOM: Lo que pasa es que ahí el poeta cree que, cuando muera, la gente que no tuvo la fortuna de conocerle personalmente, sin saber quién habla, escuchará su voz. Y además es una frase tocada teóricamente por el amor en psicoanálisis, que es dar lo que no se tiene a quien no es. En realidad, cuando uno termina de escribir, el poema ya no le pertenece y la persona que realmente va a poder recibir el mensaje, si hubiese algún mensaje en el poema, es alguien que todavía no nació. Se le cayó algo, porque a usted le gustaría ser la que comprende el mensaje. FUI LO QUE QUISE SER Fui
lo que quise ser, Era
un hombre pequeño, Dragón
marino, Catapultado Vivía
agradecido: fui capaz, QUERIDA: He estado tan lejos de todo, que ya nadie reconocerá en mí a aquél que fui cerca de mi madre, cerca de mi tierra, cerca de mis propias convicciones. Lo reconozco, todos nos volvimos un poco idiotas, un poco locos, de haber perdido a nuestros padres, nuestros títulos, nuestras instituciones. Todo en mí es lujuria plena cuando trato de decirme por escrito aquellas cosas que ya debería haber sabido de otra manera. Y nadie podrá creer que lo hayamos hecho sin huir, sin matar. Como si fuera luz nuestro pensamiento, como si fueran luciérnagas enamoradas, nuestras palabras.
- Esta vez, doctor, no me detendrá ningún miedo. Ni siquiera el miedo a los impuestos: hasta el millón de pesetas semanales, no paro. Y si alguna mujer intenta recordar mi pasado miserable, le compraré un consolador de oro. - Todo el mundo quiere ser Dios -le dije- no es tan grave.
- Relájate nena, estás un poco tensa. Yo, más no me podía relajar, pero lo intentaría. Ella me resultaba una mujer maravillosa y yo quería demostrárselo. Ella se preparaba para que yo le chupara la concha una vez más y yo, me volví a arrodillar entre sus piernas, y él se arrodilló detrás de mí y mientras yo la chupaba dulcemente, él me la mandaba a guardar por el culo. Éramos un paisaje irrepetible. Ni pampa. Ni reseca meseta, éramos ese verde alboroto que se espera a la llegada del sexo del amor. - Toma nenita, toma nenita. ¿Sabes cómo me vas a hacer acabar? Yo no podía dejar de chupar, ahora estaba ensañada con el culo de Ella que se volvía, una vez más, loca. Él no podía más, yo no podía más y ella, fresca como si recién empezáramos, me ruega mirándome los labios que la chupe una vez más. Él se sube arriba de su vientre y sacudiendo su polla con una fuerza descomunal, acaba sobre mi cara entre las piernas de ella. Nos besamos los tres, agradecidos.
1 Lejanos ruiseñores, os digo: la locura es ella en sí misma una maldición, yo no quiero maldecirla. 2 Ya vendrán los días donde toda la cuenta se reduzca a los años vividos. 3 Hay un grado de felicidad posible, vayamos tras él. Hoy me di cuenta que todo el mundo quiere meterle mano al invento, pero el invento no se deja comercializar y si hablo todo el día de dinero es para que la gente crea que, a mí, el dinero me interesa. De esa manera voy consiguiendo que vayan invirtiendo algún tiempo, algún dinero en el proyecto. Hay que obligarle al tiempo a que muera entre nosotros, que ejercite ser otra cosa que tiempo, que pueda morir, y así será humano. El resto, pamplinas científicas. Indio Gris ESTO ES PUBLICIDAD
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