Hoy no daría nada por
nada, estoy bien como estoy.
Hoy ni volar ni caerse. Estoy a una altura normal, soy feliz.
Hoy ni enamorarse perdidamente ni quedarse solo.
Hoy, teniendo corazón, no sufro de eso.
Tal vez mañana dando una vuelta por el patio
sentiré que el patio es muy pequeño para mí.
POESÍA,
CARTAS DE AMOR,
PSICOANÁLISIS,
¿EROTISMO O PORNOGRAFÍA?
ALGO DE POLÍTICA O RECOLECCIÓN DE BASURA
Y CARTA DEL DIRECTOR |
PUEDO ESTAR CONTENTO
DE HABERLA CONOCIDO
Puedo
estar contento de haberla conocido,
algo de ella he recibido, algo le he dado.
Mas hoy
quisiera hablar del lado oscuro:
Cuando yo le pedía su verdadero amor,
su cuerpo temblando, su alegría futura,
ella me daba sus dudas, su vergüenza.
Y
cuando, sobresaltado por pensares
que vienen hacia nosotros del futuro,
le pido que volemos los dos juntos
por los Orinocos amables del canto,
volar
juntos, le digo,
por los
mundos donde la palabra
hace la música y el color,
Ella, me da su miedo,
su amor paralizado,
un teatral anticipo
de la muerte.
Cuando,
tiernamente, le pido que bailemos,
comienza a mover sus nalgas con voluptuosidad,
me desafía y me llama por mis nombres propios:
intelectual sin clase, poeta cobarde, débil marica
y me pide, por favor, que la azote antes de bailar.
Me
quito el cinturón con elegancia
y le digo, apretando los dientes:
A ver, mi amor, a ver ese culito
y ella vomita orgasmos por doquier
cuando le prometo cerca de su oído,
pegarle con pasión, sin debilidades.
Después
cuando, ella,
comenzó a ganar algo de dinero
hacíamos el amor más civilizados:
ella se levantaba la falda azulada
y ofrecía sus nalgas casi perfectas
al castigo, que yo le aseguraba
día a día a cambio de su amor para siempre.
Y yo, sin besarla, sin acariciarla como antaño,
le pegaba cuatro o cinco latigazos, en el culo,
sin emocionarme demasiado, casi fríamente
y ella era muy feliz hasta la semana siguiente.
Cuando
pasaban dos o tres días
me decía. Todavía siento mis nalgas,
es hermoso ir con ellas todo el día,
los hombres me desean en los sueños
y las mujeres me envidian, soy feliz.
Hasta
que un día, cansada o aburrida
de gozar siempre de la misma manera,
abandona el trabajo y habla entre amigas
de mi refinada, estudiada, sutil crueldad.
Les
cuenta, con todo lujo de detalles,
los secretos del polvo, el goce de la tierra
cuando se riega con los líquidos del amor.
Su semen caía por mi cintura, les cuenta,
como una lágrima perdida, sin destino.
Yo me
abría y él caía en mí como la noche
y me inundaba de infinito goce y de dolor
y yo me abría y él seguía cayendo, cada vez
más lejos del mundo, de la civilización
y ahí, cuando hasta un beso me hubiese dado
de habérselo pedido, le pedí que me pegara
y me puse en cuatro patas y me abría más
y él, pobre hombre hipnotizado por el amor
alejado, totalmente, de sí mismo, me pegaba,
apretaba mi cuello con firmeza y me pegaba.
Un día
se pasó, me amó de más,
como un, verdadero, poseído,
como un loco.
Ninguna palabra pudo detenerlo
y me pegó y me pegó y me pegó
y alcanzamos juntos el orgasmo
y fue
por eso que no le vi más.
Puedo
estar contento de haberla conocido
HAY MOMENTOS
DONDE NO SE PUEDE MÁS
Hay
momentos donde no se puede más.
Hay días donde la vida es inalcanzable,
donde el dolor produce pensamientos
de una muerte lejana, aquí, conmigo.
El
futuro me llama con su voz de delirio,
acorta las distancias, se posa levemente
en mis cansados músculos, cierra mis ojos,
levanta la tapa de mis sesos y todo es gris.
Hay
días donde no alcanzan las palabras
ni los recuerdos juveniles llenos de amor,
esos días secos, retorcidos, sin lágrimas
donde el dolor es tánto que no hay dolor.
Amada, amada mía, ayúdame a esconder
estas páginas blancas para que nadie sepa,
para que nunca nadie conozca este dolor:
hubo
una tarde, un día, que no pude escribir.
Hay
momentos donde no se puede más